Las investigaciones en plantas medicinales y la utilización de las mismas, demandan del conocimiento de una serie de aspectos botánicos que no pueden ser obviados. El presente trabajo brinda los elementos básicos de la nomenclatura botánica que son indispensables, la correcta identificación de las plantas, y el manejo de un herbario de referencia y muestra una panorámica de la flora medicinal de Cuba y de su medicina tradicional herbolaria.
LA NOMENCLATURA BOTÁNICA
Como toda disciplina científica, la Botánica posee su propia nomenclatura. Ella permite la comunicación y hace que la misma sea universal en un doble sentido, porque permite la denominación de todas las plantas y hace que sus nombres sean significativos para todos los usuarios
El nombre científico de las especies.
Este sistema se conoce como binominal o binomial, y en él cada especie de planta es nombrada por dos palabras. Al final de las mismas, se escribe el apellido de la persona que dio el nombre a esa planta.
Así, cuando hablamos de la especie que en lengua española se conoce como caléndula o copetuda; en francés, como souci des jardins; en inglés, common marygold; en italiano, fiorrancio; y en ruso, nogotki lekarstvennye; estamos refiriéndonos a Calendula officinalis L., que es su nombre científico.
En todo nombre científico de una especie, que invariablemente está compuesto de dos palabras latinas o latinizadas, el primer término es el género y siempre se escribe con letra inicial mayúscula; el segundo, es el epíteto específico y salvo excepciones se escribe con letra inicial minúscula. A continuación de este último aparece el nombre del autor, que en este caso es Carolus Linnaeus y que como es muy conocido en el campo de la Botánica, se escribe solamente con la inicial de su apellido (L.). Con frecuencia, aparece más de un autor; esto puede deberse a diversas razones relacionadas con las reglas establecidas por el Código Internacional de Nomenclatura Botánica. La presencia del nombre del autor en el nombre científico ofrece información sobre la historia taxonómica de la especie, por lo que debe incluirse como parte del nombre científico de la misma.
Los rangos y sus nombres.
Si bien la especie es la unidad básica y principal de la nomenclatura botánica, no es la única categoría existente en la misma. Por encima (categorías supraespecíficas) y por debajo (categorías infraespecíficas) de la especie existen otras. Estos rangos o categorías están establecidos por el Código Internacional de Nomenclatura Botánica y algunos de ellos poseen sufijos que los identifican. Ellos son:
RANGOS DE CLASIFICACIÓN TAXONÓMICA | ||
ESPAÑOL | LATÍN | SUFIJO |
Reino | Regnum | |
División | Divisio | -phyta |
Clase | Classis | -opsida |
Orden | Ordo | -ales |
Familia | Familia | -aceae |
Género | Genus | |
Sección | Sectio | |
Serie | Series | |
Especie | Species | |
Variedad | Varietas | |
Forma | Forma |
Es posible, dentro cada uno, duplicar el número de rangos por la adición del prefijo sub.Para los efectos de las investigaciones en plantas medicinales, además de la especie, que es la fundamental, las categorías más importantes son: género, familia, subespecie, variedad y forma.
Género: Rango supraespecífico formado por un conjunto de especies con caracteres comunes. El nombre del género se escribe con letra inicial mayúscula y está formado por una palabra latina o latinizada. El género puede comprender una o más especies.
Familia: Es un rango supraespecífico y supragenérico constituido por un grupo de géneros con caracteres afines. La familia lleva el nombre de uno de sus géneros, al que se adiciona el sufijo aceae a la raíz del genitivo singular si es un nombre declinable, o al nombre completo si es indeclinable. Esto facilita la rápida identificación del nombre de una familia. Consagradas por la tradición y el uso, y aprobadas por el Código, hay siete familias que poseen otro nombre además del que termina en el sufijo típico de familia. Ellas son: Apiaceae (Umbelliferae), Arecaceae (Palmae), Asteraceae (Compositae), Brassicaceae (Cruciferae), Clusiaceae (Guttiferae), Fabaceae (Leguminosae), Lamiaceae (Labiatae) y Poaceae (Gramineae).
Es necesario tener en cuenta estos nombres alternativos si se quiere hacer una segura búsqueda bibliográfica en el rango de familia.
3.2.3. Subespecie: Categoría infraespecífica inmediatamente inferior a la especie. Constituida por un grupo de individuos con caracteres diferenciales de la especie tipo, pero que no alcanzan a constituir una especie diferente. Se indica por la partícula subesp. Ej.: Piper aduncum subsp. ossanum (C.DC: in DC.) Saralegui (platanillo de Cuba).
3.2.4.- Variedad: Categoría infraespecífica inferior a la especie y a la subespecie. Las diferencias con la especie tipo son menos marcadas que en el caso de la subespecie. Esta categoría sólo se emplea para plantas silvestres, nunca para plantas cultivadas. Se indica mediante la partícula var. Ej.: Malvaviscus arboreus var. mexicanus Schect.
3.2.5.- Forma: Categoría infraespecífica en la que las diferencias con la especie tipo se resumen a un solo carácter. Se indica mediante la letra f. Ej.: Catharanthus roseus (L.) G. Don f. Alba (vicaria de flores blancas) y Catharanthus roseus (L.) G. Don f. Rosea (vicaria de flores morado-rosa).
3.2.6. Otras categorías especiales.
Con no poca frecuencia es posible encontrar otras categorías nomenclaturales que si bien no son comunes, conviene conocer para hacer correcto uso de las mismas. Tales son los híbridos y los cultivares.
3.2.6.1.- Los híbridos. Los híbridos son el resultado del cruzamiento entre dos categorías taxonómicas diferentes. Hay varias formas posibles en su rango y en su nomenclatura. Las más comunes en el rango de especies son: nombrarlos empleando el signo X entre los nombres de los progenitores, cuando éstos son conocidos (Ej.: Brugmansia candida Pers. X Brugmansia suaveolens (Humb. & Bonpl. Brecha et Presl.) o usando el signo X entre el género y el epíteto específico (Ej.: Brugmansia x cubensis (Fuentes) Fuentes). Híbridos de otros rangos y con mayor cantidad de especies involucradas en su formación están sujetos a otras reglas.
LA FLORA MEDICINAL DE CUBA
A pesar de que el estudio de las plantas medicinales en Cuba fue abordado desde el Siglo XIX por E. de Descourtliz (1821-1829); R. de Grosourdy (1864) ; R. de la Sagra (1827) y M. Gómez de la Maza (1889) y de que en el Siglo XX varios autores como Juan T. Roig (1974) se han ocupado del estudio de la flora medicinal en Cuba, aún no se cuenta con una obra exhaustiva que aborde un estudio integral de este importante grupo de plantas económicas en el país.
En los últimos años, el Ministerio de Salud Pública ha dado un notable impulso al conocimiento de la flora medicinal de Cuba con la evaluación farmacológica y toxicológica de especies nativas y exóticas de amplio uso popular como medicinales, la inclusión de las mismas como materia prima o medicamento vegetal en el Sistema Nacional de Salud así como la incorporación en dicho Sistema de algunos otros sistemas de medicina, que como la Homeopatía, emplean plantas con fines medicinales. Igualmente significativo, resulta el esfuerzo desplegado por el Instituto de Medicina Veterinaria en la promoción del uso de plantas medicinales como medicamento vegetal y como materia prima para la producción de fármacos con fines veterinarios.
Composición de la flora medicinal en Cuba.
La información obtenida de los clásicos de la literatura botánica de las plantas medicinales empleadas en Cuba, enriquecida con la información etnobotánica recopilada en los tres últimos lustros, así como con las investigaciones farmacológicas realizadas por distintas instituciones del país durante los últimos años, han permitido detectar la presencia en Cuba de 1258 especies (de ellas 106 son endémicas), agrupadas en 732 géneros de 180 familias para las que se conocen o atribuyen propiedades medicinales. Un análisis de la composición de este inventario, permite conocer que la mayor parte de las especies corresponde a taxones de Magnoliophyta (1205 especies). El resto de los grupos, a pesar de que muchos de ellos son abundantes en nuestra flora, aparecen pobremente representados.
En las algas, sólo son referidas ocho especies de los géneros Sargassum C. Agardh, Ulva L. y Turbinaria Lamourux.
Para los hongos, son citadas dos especies: Lycoperdon perlatum Persson, y Ustilago maydis (DC.) Corda.
Dos taxones, de igual número de géneros y familias se refieren para los líquenes: Parmothrema chinense (Osbeck) Hale & Ahti y Xanthoria parietina (L.) Th. Fr.
Para Bryophyta, un grupo bien representado en la flora de Cuba, sólo hay referencias de cuatro especies del género Marchantia L. y ninguna especie de musgos.
En Pinophyta, se cuenta con cinco taxa de dos géneros de igual número de familias, en los que se destacan las especies de Pinus L.
Lycopodiophyta aparece representada por tres especies de Lycopodium L.
De estos grupos, sólo las especies de Pteridopsida están algo mejor representadas, aunque, indudablemente, de forma pobre, con sólo 27 especies agrupadas en 17 géneros de 7 familias.
Sin duda alguna, la marcada diferencia en el número de especies referidas como medicinales para estos grupos, y las citadas para las especies de Magnoliophyta, se debe a que los primeros han sido tradicionalmente menos estudiados taxonómica y medicinalmente, y a que resulta más difícil la identificación de los mismos por la población.
El Endemismo de las plantas medicinales en Cuba
Las especies medicinales endémicas de Cuba alcanzan la cifra de 102 especies, agrupadas en 75 géneros de 41 familias.
Las familias con mayor cantidad de especies medicinales endémicas son: Asteraceae (12), Euphorbiaceae (11), Rubiaceae (7), y 6 en Caesalpinaceae y Fabaceae, que son familias bien representadas en la flora cubana. Resulta destacable que las especies endémicas sólo comprenden taxones de Magnoliophyta con excepción de dos especies de Pinophyta (del género Pinus), y una de Cycadophyta (Zamia angustifolia Jacq.). De ellas sólo 33 poseen referencias actuales de su uso y/o conocimiento por la población. Esto es explicable, si se considera que la mayor parte de las especies endémicas posee una distribución restringida, a veces puntual y son poco conocidas por la población. Muchas de ellas ni siquiera tienen asignado un nombre común.