167 ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE JOSÉ MARTÍ.

 

En el día de ayer, 28/01/2020, el Hospital Psiquiátrico Docente Provincial de Sancti Spiritus, se unió a la conmemoración que todo cubano digno hace de un año más del natalicio de José Martí.

Se cumplió 167 años del día en que naciera, un 28 de enero de 1853, en una casa de la calle Paula, hoy Leonor Pérez, en La Habana, el niño José Julián Martí y Pérez, quien, desde muy joven, daría muestras de una gran sensibilidad humana, y en poco tiempo, de su oposición a las injusticias y de sus sentimientos patrióticos y de desprecio al yugo español.

José Martí Pérez, el Héroe Nacional de Cuba. Fue un hombre de elevados principios, vocación latinoamericana e internacionalista; intachable conducta personal, tanto pública como privada y con cualidades humanas que, en ocasiones, parecen insuperables. Un cubano de proyección universal que rebasó las fronteras de la época en que vivió para convertirse en el más grande pensador político hispanoamericano del siglo XIX.

Autor de una obra imprescindible como fuente de conocimientos y de consulta para todas las generaciones de cubanos y el contenido, estilo y belleza singular de los poemas, epistolario, artículos periodísticos, de todos los escritos y discursos que realizó lo sitúan como un intelectual de vasta cultura.

José Martí inicia los estudios primarios en una escuelita de barrio. A los 7 años es alumno del colegio San Anacleto, de Rafael Sixto Casado y Alayeto; allí conoce a Fermín Valdés Domínguez, quien fue un hermano más.

En 1862 viaja con el padre al partido territorial de Hanábana, jurisdicción de Colón o Nueva Bermeja, en la actual provincia de Matanzas, donde Don Mariano Martí había sido nombrado Capitán Juez Pedáneo. En este lugar conoce los horrores de la Esclavitud. Regresa a la capital; en marzo de 1865, ingresa en la Escuela de Instrucción Primaria Superior de Varones (Prado 88), lugar donde reside Rafael María de Mendive, quien dejará en Martí huellas imborrables, por la fuerza del ejemplo como patriota, poeta y maestro.

El 17 de septiembre de 1866, José Martí, con sólo 13 años de edad, es admitido – a solicitud de Mendive – en el Instituto de Segunda Enseñanza (Obispo No. 8). A la sensibilidad humana de José Julián, no escapa la delicada situación que presenta el país y que ve reflejada en su ciudad.

Con el decursar del tiempo, Martí se convertiría, paso a paso, en el Gran Hombre que fue: el crítico acérrimo de la opresión española, el condenado a trabajos forzados en las canteras de San Lázaro, el deportado a España, el impulsador y organizador de la Guerra Necesaria, el Autor Intelectual, como dijera Fidel, del asalto a los cuarteles de Moncada y Bayamo, en el año del Centenario de su Natalicio.

El legado ético de Apóstol sirvió de fundamento a la acción y el pensamiento de la Generación del Centenario. El Maestro está presente y es fuerza esencial de la Revolución en los más de 60 años transcurridos.

En demostración de su influencia internacional, podemos apuntar que en los tiempos en los que el Comandante Eterno, Hugo Chávez Frías, estaba recién salido de la cárcel, e iniciaba sus labores políticas en Venezuela, presentó ante las cámaras de televisión su estrategia política y habló, por primera vez en un medio público, del cubano que lo había acompañado en sus años de militar activo y en la cárcel: José Martí.

Martí no es pasado, no pertenece a un sitio o a otro. No es leyenda, es presente y futuro; genuino visionario, cuya muerte no hizo otra cosa que realzar su pensamiento y catalizar su inmortalidad.

Hoy, cuando los desafíos de la lucha ideológica tienden a intensificarse, y son visibles las tendencias del desmontaje de la historia con las sutiles invitaciones al olvido y a la vuelta de páginas, partimos del principio martiano de que sólo la cultura salva.

Martí nos entrega claves para entender problemas que ahora tienen una gran historicidad. Fue el hombre que mejor conoció con sus luces y sus sombras a los Estados Unidos, destacó lo mejor de ese pueblo y también criticó con mucha precisión, las intenciones de los círculos de poder de aquel país de apoderarse de Cuba e impedir su independencia. Ahí están sus escritos.

Ganar la guerra a pensamiento, como el propio Martí exhortó, no puede ser a través de consignas, planteamientos epidérmicos, campañas coyunturales, que parecen siempre lo más fácil y lo más socorrido, pero a la larga resultan efímeras.

El 11 de marzo de 1949 se produjo la profanación del monumento al Apóstol José Martí  en el Parque Central, repudiable acción cometida por marines yanquis, pertenecientes a una escuadra fondeada en la Bahía de La Habana: borrachos y prepotentes, aquellos infantes de marina subieron a la estatua de nuestro Héroe Nacional y se orinaron en ella. La población habanera respondió con coraje y, prácticamente, obligó a los policías a conducir detenidos a aquellos marinos.

Ese era el respeto que mostraban los yanquis por lo más sagrado de los cubanos.

El movimiento obrero, los estudiantes y el pueblo en general, exigieron el castigo a los culpables. Se efectuaron mítines y manifestaciones  contra la ofensiva acción. En primera línea, entre los que protestaban, se encontraba Fidel castro.

Recientemente, hay menos de un mes, de nuevo marionetas del imperialismo yanqui la emprendieron contra bustos de nuestro Héroe Nacional, mancillándolos, injuriándolos y ofendiendo gravemente al pueblo cubano con esas acciones.

Pero esta vez no se repetirá lo de 1949. Esta vez, el peso de la justicia revolucionaria caerá con toda su fuerza contra los que injuriaron al pueblo cubano.

Como ya resulta tradicional cada 28 de enero, con toda su fantasía y creatividad, niños, adolescentes y jóvenes espirituanos protagonizan, en estos momentos, en plazas y parques de toda la provincia, el tradicional Desfile Martiano, como una hermosa forma de dignificar la obra del Apóstol e incentivar los sentimientos patrios desde las edades más tempranas.

En esta patriótica jornada, que también desagravia al Maestro después de los hechos vandálicos orquestados contra su figura hace algunas semanas en la capital del país, participan más de 40000 niños y pioneros, además de alumnos de las escuelas formadoras de maestros, de algunos preuniversitarios y politécnicos, que se encuentran en proceso de perfeccionamiento educacional.

Así, los príncipes enanos reverencian sin protocolos al amigo sincero que amó profundamente a los niños y renuevan la vigencia  de su pensamiento en una verdadera fiesta martiana, donde participan la escuela, la familia y la comunidad para eternizar al hombre de la Edad de Oro.

Autor: Lic. Luis Carmona Pérez