Dr. Amaury Bendoyro Madrigal

En el corazón de Villa Clara, la Universidad de Ciencias Médicas ha formado a generaciones de profesionales de la salud. Hoy, nos adentramos en la historia del Dr. Amaury Bendoyro Madrigal, un pionero que vio nacer esta institución y ha dedicado su vida a la medicina interna, una especialidad que considera la “madre” de todas las clínicas. Con 66 años y una trayectoria rica en experiencias, el Dr. Bendoyro nos comparte sus recuerdos, desafíos y reflexiones sobre la medicina en Cuba.

“Éramos prácticamente los pioneros”, recuerda el Dr. Bendoyro, refiriéndose a aquella generación de estudiantes que en 1977 ingresaron al entonces Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa Clara. “El ambiente era de mucho entusiasmo, a pesar de las dificultades. Los edificios aún estaban en construcción, pero teníamos profesores excelentes”.

Aquellos primeros años estuvieron marcados por el esfuerzo. Estudiantes de diversas provincias compartían aulas y sueños en un contexto desafiante. “A veces, las ganas de estudiar eran tantas que preferíamos quedarnos en la beca, aunque fuera más cómodo volver a casa”, rememora con nostalgia.

Durante el servicio social como médico militar

Durante el servicio social como médico militar

Tras graduarse en 1983, el Dr. Bendoyro cumplió su servicio social en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), una experiencia que lo puso a prueba y lo fortaleció como profesional. “Jamás olvidaré la noche en que la vida me puso a prueba en la zona rural” – relata el Dr. Bendoyro- “Una madre llegó con un parto inminente”. Con los escasos recursos que tenía a mano y con la convicción de salvar dos vidas, se convirtió en partero. “Fue uno de los momentos más felices de mi vida”, confiesa. Sin embargo, su verdadera vocación lo llamaba: la Medicina Interna.

“Considero que es la especialidad madre de todas las clínicas”, asevera con firmeza. “Un internista bien formado puede enfrentar cualquier situación, desde un diagnóstico complejo hasta una emergencia epidemiológica. Es una especialidad que te exige estar siempre actualizado y preparado para todo. De hecho, yo comencé a investigar desde que era estudiante. Puedo decirte el títulos de mi primera investigación científica: ‘Casuística de cáncer de mama en hombres’. En aquella época, tuvimos, siendo estudiante, un muchacho con complicaciones de cáncer de mama no atendido ni diagnosticado a tiempo. Aunque en el programa actual de cáncer de mama está incluido este padecimiento en hombres, el tema es muy poco tratado, sobre todo en esa época. Mi segunda investigación estudiantil trató sobre la bacteria que provoca la gonorrea resistente a la penicilina, igualmente motivada por un caso de una persona con esta ITS que mostraba resistencia a la penicilina”.

Paradójicamente, la docencia llegó a su vida de una manera inesperada. “En primer año, desaprobé Embriología. Mi padre me dijo que, si la había suspendido, ¡tenía que hacerme alumno ayudante para dominarla! Y así fue como me convertí en instructor no graduado de la asignatura”. Desde entonces, la docencia se convirtió en otra de sus pasiones.

“Soy miembro adjunto de la Sociedad Cubana de Medicina Interna y de la Sociedad Cubana de Endocrinología,” puntualiza, subrayando su compromiso con la actualización y la excelencia en su campo.

“Ser médico  es un camino que exige entrega total y dedicación. “La vocación debe ser con mayúscula y lleva sacrificio. Recuerdo el día en que no pude estar presente en el nacimiento de mi hijo, porque estaba cumpliendo con mi deber en el hospital. Esto siempre me acompañará, pero también me recuerda la importancia de nuestra labor y el impacto que tenemos en la vida de los demás”.

“La medicina es una ciencia aplicada que tiene como característica el trato humano. Para mí es reconfortante que me llamen profesor desde cualquier lugar y me saluden con cariño o que un paciente de años se acuerde de mí; sobre todo porque después de mucho tiempo es imposible acordarse de tantos pacientes.”

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