En el año 2005 la UNESCO instituye el Día Mundial de la Filosofía para promover el debate, desde la perspectiva de esta milenaria ciencia, de los principales problemas que aquejan o preocupan a la humanidad, han pasado apenas doce años y hemos sido testigos del aumento exponencial de la violencia a escala global, de la continua amenaza de una guerra nuclear que traería como resultado el fin de nuestra civilización, de la ampliación de la brecha entre países ricos y pobres con su secuela de calamidades sociales, de las, cada vez más evidentes, consecuencias del cambio climático, de la expansión de la intolerancia y la xenofobia, de migraciones masivas e incontroladas, del resurgimiento del fascismo como ideología y como expresión concreta en la política de muchos estados, de mortales epidemias, devastadores cataclismos y otros tantos fenómenos que se sería prolijo enumerar.
Lo anteriormente expuesto nos conduce a la necesidad de replantearnos las eternas cuestiones de la filosofía: ¿qué es el hombre?, ¿hacia dónde va el hombre?, y a y a sostener, una vez más, la necesidad de pensar, en un momento en que se desarrolla un gran proyecto hegemónico a nivel mundial que se sustenta, en la negación del pensamiento a partir de una propuesta hedonista y lúdica profundamente enajenante.
La filosofía, como conciencia crítica de la sociedad, nos es hoy, por tanto, más necesaria que nunca, pero, ¿qué filosofía necesitamos?, esta no es una pregunta puramente retórica o banal, necesitamos de una filosofía cuestionadora, desalienadora, que cultive y aporte instrumentos para pensar, que nos permita poner a flote lo mejor del ser humano, amenazado por la avalancha anticultural y el más vulgar pragmatismo, necesitamos, en fin, de una filosofía que, lejos de ser una doctrina, sea, como quería Sócrates, una constante búsqueda de la sabiduría, entendida esta, también en el sentido socrático, como la unidad del conocimiento y la virtud.
La universidad cubana actual y específicamente la universidad de ciencias médicas está también inmersa en el debate filosófico contemporáneo, tratamos de formar a las nuevas generaciones de profesionales de la salud con un modelo formativo donde el compromiso social, lo ético y lo político constituyen el fundamento. De lo que se trata es de formar al “hombre nuevo “que necesitamos, pero que en este caso se desempeñará en un área tan sensible como es la salud pública y en este trabajo, extraordinariamente complejo y hasta muchas veces incomprendido la filosofía y la labor de los profesores de filosofía es indispensable.
Es la comprensión del lugar y papel de la filosofía en la formación de los profesionales de la salud el elemento que ha presidido todo el proceso de perfeccionamiento que hemos llevado a cabo en los programas que hoy se imparten en nuestras universidades médicas y el que aún estamos enfrascados, tanto en el pre como en el postgrado, siempre con la mira en la idea de que un médico, un estomatólogo, enfermero o tecnólogo de la salud cubano ha de estar preparado, en el plano científico, pero también humano para afrontar los retos que nos está planteando el siglo XXI.
Entonces, valga este Día mundial de la Filosofía si nos motiva a seguir pensando.