Wilkie Delgado Correa
¿Quién les ha exigido la reparación debida a la humanidad ultrajada? ¡Nadie! Del grito de horror universal, de las imprecaciones, de las amenazas, sólo queda la memoria. Carlos Manuel de Céspedes, Presidente de la República de Cuba en Armas, 1872
Existen hechos históricos que por su naturaleza horrorosa constituyen hitos vergonzosos y tristes para los pueblos y toda la humanidad. Aunque la denuncia del crimen fuera realizada en su época por los coetáneos, también es cierto que fue ensalzada o silenciada por los gobernantes de países supuestamente civilizados y los individuos seguidores de causas injustas prevalecientes, que están dispuestos a arrasar con todo símbolo de las aspiraciones de los individuos y los pueblos a la libertad y a la independencia.
El crimen horrendo ocurrió el 27 de noviembre de 1871 en La Habana, Cuba, época en que se desarrollaba la primera guerra de independencia de Cuba que se había iniciado el 10 de octubre de 1868. Fue ese día de ignominia para las autoridades españoles que ocho estudiantes de primer año de medicina inocentes fueron condenados a la pena de muerte por fusilamiento y, por lo tanto, sacrificados a causa de la intolerancia, el odio y el deshonor, inculpados por el supuesto delito de la profanación de la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón. Lo indignante es que las propias autoridades estaban convencidas que no merecían tal sanción, y simplemente cedieron ante las presiones de una turba de voluntarios de las milicias, que exigían iracundos el derramamiento de sangre de parte de aquellas decenas de estudiantes prisioneros. El final del juicio fue repartir las condenas: ocho a muerte por fusilamiento, y otros a penas de cárcel de distintos grados.
Fue uno de estos estudiantes, Fermín Valdés Domínguez, quien pronto inició el proceso de reivindicación de todos los estudiantes condenados, y logró que el propio hijo del periodista español confesara que realmente nunca el nicho de su padre había sido violentado o profanado.
CARLOS MANUEL DE CÉSPEDES
Fue Carlos Manuel de Céspedes, Presidente de la República de Cuba en Armas desde 1869, quien dejó para la historia un juicio de valor universal, cuando escribió esclarecida y justamente en su Diario el 28 de agosto de 1872, su opinión integral sobre este suceso tan sensible para los cubanos y la humanidad:
“…Nueve meses han transcurrido desde el asesinato jurídico de los estudiantes de medicina en La Habana. ¿Qué les ha resultado a los españoles por este acto de feroz barbarie? ¡Nada! ¿Quién les ha exigido la reparación debida a la humanidad ultrajada? ¡Nadie! Del grito de horror universal, de las imprecaciones, de las amenazas, sólo queda la memoria. Entretanto los españoles siguen en su carrera de crímenes atroces que superan al que suscitó tanta indignación. Y entretanto para la filantrópica Inglaterra, para la civilizada Alemania, para la republicana Francia y hasta para la América independiente, la España es una nación constituida con quien no deshonra alternar, y los cubanos sino unos bandidos, cuyo contacto mancilla, unos rebeldes a quienes es lícito exterminar por cualquier medio. Para la primera los honores y los auxilios; para los segundos los desdenes y las persecuciones. ¿Qué importan esos inválidos, esos moribundos, esas mujeres, esos niños degollados a sangre fría? ¿Quién los mandó a que aspirasen a ser libres? ¿No sabían que de todos modos es preciso respetar el derecho de la fuerza? ¡Sufran, pues, y mueran¡ O sepan vencer; ¡que la victoria todo lo santifica!”
No existen argumentos más contundentes que estos, ya que si bien fueron válidos para su época, todavía conservan su vigencia en nuestros tiempos, en que tantos acontecimientos del mundo son abordados por potencias y países menores con igual injusticia y cinismo.
JOSÉ MARTÍ
José Martí, Héroe Nacional de Cuba y organizador de la guerra de independencia iniciada el 24 de febrero de 1895, tenía 16 años en 1869. . El 21 de octubre Martí ingresó oficialmente en la cárcel acusado de infidencia junto a Fermín Valdés Domínguez por dirigir una carta a un condiscípulo, a quien acusaban de apóstata por enrolarse en el ejército español para pelear contra su pueblo. Por ese motivo en 1870 fue condenado a seis años de presidio y Fermín a seis meses de arresto. Y Martí ingresó en presidio, y trabajó durante meses en una cantera. De esa experiencia surgió su obra El presidio político en Cuba. Por gestiones de su madre, las autoridades le concedieron otro régimen penitenciario. Meses después le transfirieron a la Isla de Pinos y a finales de 1870 le deportaron a España. Próximo a cumplir dieciocho años en 1871 embarcó para España y desembarcó en Cádiz y luego pasó a Madrid. Allí se encontraba cuando fueron fusilados los ocho estudiantes de Medicina en La Habana el 27 de noviembre de 1871.
Fue para el primer aniversario de aquel crimen que circuló en Madrid una hoja impresa en que se denunciaba el horrendo crimen, cuyo texto se atribuyó a Martí, y que en uno de sus párrafos expresa: “Nosotros amamos más cada día a nuestros hermanos que murieron; nosotros no deseamos paz a sus restos, porque ellos viven en las agitaciones excelsas de la gloria; nosotros vertemos hoy una lágrima más a su recuerdo y nos inspiramos para llorarlos en su energía y en su valor. ¡Lloren con nosotros todos los que sientan! ¡Sufran con nosotros todos los que amen! ¡Póstrense de hinojos en la tierra, tiemblen de remordimiento, giman de pavor, todos los que en aquel tremendo día ayudaron a matar!”
En 1873 Martí tiene veinte años. Se publica su extenso poema de 220 versos: “A mis hermanos muertos el 27 de noviembre” en el libro denuncia de Fermín Valdés Domínguez. Este es un párrafo del mismo:
“¿Y ellos? ¿Y ellos? mis labios preguntaron; / ¡Muertos! me dijo: ¡Muertos! / y en llanto amargo prorrumpió mi hermano / y se abrazó llorando con mi amigo / y yo mi cuerpo alcé sobre una mano / viví en infierno bárbaro un instante / y amé y enloquecí y os ví y deshecho / en iras y dolor odié al tirano / y sentí tal poder y fuerza tanta / que el corazón se me salió del pecho / y lo exhalé en un ¡ay! por la garganta”.
En 1885 escribió: “Los estudiantes son el baluarte de la libertad, y su ejército más firme. Las universidades parecen inútiles pero de allí salen los mártires y los apóstoles”.
El tema del asesinato de los 8 estudiantes de medicina continuó latente durante su vida. Por ejemplo expresó el 9 de abril de 1887 que “El hijo de Castañón declaró públicamente que ninguna mano impía había tocado los restos de su padre. Al propio Domínguez (Fermín) le fue permitido abrir el sarcófago en que yacía el hombre que causó, esta vez inconscientemente, tantas muertes (…) Palabras de paz son pronunciadas sobre los restos de quienes cayeron víctimas de las furias de la guerra, y el justo reconocimiento de la inculpabilidad de los inocentes es probable que contribuya más al bien general que el mismo castigo de los culpables.” También decía “…los muertos son las raíces de los pueblos, y, abonada con ellos la tierra, el aire nos los devuelve y nutre de ellos”.
El 27 de noviembre de 1891 expresaba: “…la muerte da jefes, la muerte da lecciones y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo por sobre el libro de la vida”… “Otros lamenten la muerte necesaria, yo creo en ella como la almohada, y la levadura y el triunfo de la vida”
“¿O recordaré la madrugada fría, cuando de pie, como fantasmas justiciadores, en el silencio de Madrid dormido, a la puerta de los palacios y bajo la cruz de las iglesias clavaron los estudiantes sobrevivientes el padrón de vergüenza nacional, el recuerdo del crimen que la ciudad leyó espantada”.
El 27 de noviembre de 1893 expresó: “España en aquella venganza, no tuvo más que un hombre de honor, el general Capdevila, que donde haya españoles verdaderos, tendrá asiento mayor, y donde haya cubanos”.
FIDEL CASTRO
Fidel Castro, a inicios del triunfo de la Revolución, pronunció un discurso en el acto celebrado en la Universidad de La Habana el 11 de mayo de 1959. En el mismo confesó lo siguiente:
“(…) al llegar aquí hoy, no pude menos que recordar, incluso, la primera vez que hablé en una asamblea universitaria donde, por cierto, no pude ni terminar. Era novato —estaba pelado al rape— y, por supuesto, tuve que pagar la novatada. Bueno, allí no me dejaron hablar ni cinco minutos: era una asamblea, y yo creía que iba a resolver los problemas, y realmente no me dejaron ni terminar.”
Y es que la trayectoria universitaria de Fidel Castro se inició con su ingreso el 4 de septiembre de 1945 en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.
En su segundo año, el 10 de septiembre de 1946 fue electo Vicepresidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de la Facultad de Derecho. Y el 30 de septiembre participó en la manifestación estudiantil en recuerdo del mártir estudiantil Rafael Trejo, asesinado durante los años difíciles de la dictadura de Gerardo Machado.
El 17 de noviembre de ese mismo año Fidel fue el orador principal del acto por el Día Internacional del Estudiante. Diez días después, el 27 de noviembre, Fidel también pronunció el discurso en el Acto por el Aniversario 75 del fusilamiento de los estudiantes de medicina.. Sus palabras fueron publicadas después en el periódico Avance Criollo. Su verbo fustigó con energía al gobierno de Grau San Martín: “este gobierno ha sido peor que los anteriores, que ha matado la fe de todo el pueblo”.
Al año siguiente de 1947, el 23 de abril, Fidel ocupó la Presidencia de la Asociación de Estudiantes de Derecho, tras la destitución reglamentaria del Presidente en ejercicio.
Es conocida la postura rebelde y revolucionaria de Fidel antes y durante el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 por Batista. Y pronto inició la organización que enfrentaría con las armas al régimen dictatorial, que finalmente condujo al asalto de los Cuarteles Moncada de Santiago de Cuba y Céspedes de Bayamo. Ante el fracaso del movimiento armado y después del asesinato de decenas de combatientes revolucionarios y apresados aquellos que no fueron vilmente asesinados, Fidel tuvo la oportunidad de defenderse y defender a todos sus compañeros vivos y muertos en el alegato titulado La Historia me absolverá.
Resulta revelador que en su pieza oratoria, con variados asuntos trascendentes para la historia y la realidad económico-social y política de Cuba, Fidel dedicó parte del alegato para apoyarse en las ideas de José Martí al referirse a sus hermanos caídos por los asaltos del 26 de julio de 1953 – seis en combate y 55 asesinados- y cita las estrofas siguientes del poema de Martí titulado “A mis hermanos muertos el 27 de Noviembre”, escrito en 1872 en España.
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Cuando se muere / en brazos de la patria agradecida. / La muerte acaba, la prisión se rompe: / ¡Empieza al fin con el morir, la vida!
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¡Déspota, mira aquí como tu ciego / Anhelo ansioso contra ti conspira:/ Mira tu afán y tu impotencia, y luego / Ese cadáver que venciste mira,/ Que murió con un himno en la garganta,/ Que entre tus brazos, mutilado expira& Y en brazos de la gloria se levanta! / No te pare el que gime y el que llora: / ¡Mata, déspota, mata! / ¡Para el que muere a tu furor impío,/ El cielo se abre, el mundo se dilata! /
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También cita un párrafo del documento ya citado y que circulara en España para esa fecha, y que expresa: “(…) Hay un límite al llanto sobre las sepulturas de los muertos, y es el amor infinito a la patria y la gloria que se jura sobre sus cuerpos, y que no teme ni se abate, ni se debilita jamás; porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra”.
Después del triunfo de la revolución Fidel participó y pronunció discursos en los actos conmemorativos en los siguientes años: 1959, 1960, 1963, 1988, 2005.
En conclusión, los tres grandes de Cuba, Céspedes, Martí y Fidel, al igual que lo hicieron generaciones de cubanos, fueron en sus épocas respectivas abanderados del homenaje eterno que han merecido los ocho estudiantes de medicina inocentes sacrificados en 1871.
Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular, Consultante y Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico por la obra de toda la vida.
22/11/24