MsC Lisandro Bonilla Deibe
El 18 de septiembre de 1959 el gobierno revolucionario creó diez mil aulas y dispuso el nombramiento de 4 mil maestros. Comenzaba, con el poder revolucionario, el camino hacia el logro de etapas superiores en la educación del pueblo.
El antecedente se encontraba en la organización de escuelas por el Ejército Rebelde: en la Sierra combatiente se generó la política educacional que luego del triunfo se convertiría en la columna vertebral de una profunda obra cultural. Atrás quedaron los años del desamparo de los niños y jóvenes a los que se excluía de la posibilidad de alcanzar los conocimientos que les permitieran enfrentar y transformar una realidad adversa. Los miles de niños sin escolarización por fin tuvieron sus escuelas, la dicha de comprender la Patria y saludar con orgullo la bandera, que ahora sí ondeaba libre, como cobijando a tanta niñez que llegó como aluvión a las aulas. Los maestros ya no tuvieron que comprar aulas ni someterse a prácticas y exigencias que violaban su dignidad. Ese fue el inicio. Todo el país fue escenario de la actividad docente; hasta los más recónditos lugares de las montañas llegaron los maestros: “en una mano los libros y en el pecho el ideal”. Luego vino la avalancha de faroles y cartillas en manos adolescentes que abandonaron la comodidad del hogar para contribuir a la máxima martiana de “ser cultos para ser libres”: la campaña de alfabetización que una vez terminada sentó las bases para empeños mayores. ¿Recuerdan a los brigadistas Conrado Benítez en aquel diálogo con Fidel cuando reclamaron “Fidel, Fidel, que otra cosa tenemos que hacer”? Hicieron, mucho, y los que los siguieron, y el pueblo inconforme con solamente quedar en el nivel primario, y la Revolución siguió abriendo aulas, y con fervor los jóvenes irrumpieron en las universidades. Ese fue el inicio. Hoy es justo recordar y admirar a los que hicieron posible este presente de oportunidades para todos. Y a Fidel, que nos sigue guiando para que nuestros niños y jóvenes educados sean parte consustancial en nuestro objetivo de alcanzar una sociedad socialista próspera, sostenible y solidaria.