MsC Lisandro Bonilla Deibe
En los días de la Guatemala inmersa en la vorágine de cambios de carácter popular -1954- conoció el Che a Ñico López. “Los yanquis están haciendo tropelías y media por estos lados (…) era necesario luchar, pero casi nadie luchó”, escribió el Che a su madre. Llegado a México coincidió casualmente con Ñico López, quien lo presentó al grupo de cubanos que se preparaban para realizar la expedición a Cuba; Raúl se lo presentó a Fidel. Mantuvieron una larga conversación “y a las pocas horas de esa misma noche- en la madrugada- era yo uno de los futuros expedicionarios” (…) Sólo a una persona como él estaría dispuesto a ayudarla en todo”. Partió el Che en el Granma el 25 de noviembre de 1956, pero antes había escrito a su madre: “Esta carta saldrá cuando las papas quemen de verdad y entonces sabrás que tu hijo, en un soleado país americano, se puteará a sí mismo por no haber estudiado algo de cirugía para ayudar a un herido, (…) Y la lucha será de espalda a la pared, como en los himnos, hasta vencer o morir”.