Por. Teresa López y Mariela Smith
Ya han pasado 45 años de aquel 6 de octubre del 1976, donde Cuba perdió 57 hijos 24 de ellos traían alegría y triunfo para su patria, pero terroristas al servicio de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), frustraron la alegría y orgullo del equipo juvenil de esgrima, ganadores de todas las medallas de oro en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de ese deporte.
Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, asesinos a sueldo, perpetuaron un sabotaje en pleno vuelo a una aeronave de Cubana de Aviación, pocos minutos después de despegar del aeropuerto en Barbados, ocasionando la muerte de todos los pasajeros y trabajadores entre ellos once ciudadanos guyaneses y cinco coreanos.
Días después el 15 de octubre en la Plaza de la Revolución, todos los capitalinos, familiares y visitantes en representación del pueblo dieron el último adiós a sus hermanos, hijos, madres y padres amados. Se veían rostros llorosos, indignados y personas necesitadas y deseosas de un abrazo.
Las palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el acto de despedida de duelo vibraban por los altavoces: cuando dijó «No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. Y finalizo afirmando, cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.
Esas palabras son inolvidables para los cubanos, porque ese horrible crimen de Barbados aún sigue fresco en la memoria y el corazón de este pueblo.