A 98 años de la FEU; ni política de barrios y mucho menos política anexionista.
Por MsC. Zoraida Enríquez O’Farrill
En los tiempos, ya algo lejanos, cuando terminaba el dominio colonial español, transcurría la ocupación militar norteamericana y se inauguraba la república, finalizaba el siglo XIX y daba sus primeros pasos el siglo XX, nacía una generación de cubanos que arribaría a la veintena de años en la década del veinte. Su participación en las luchas políticas y en la producción intelectual serían decisivas en un momento de cambio histórico clave para el siglo XX cubano.
Entre los hombres de esa generación están: Julio A. Mella, Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau, Antonio Guiteras, Raúl Roa, Juan Marinello, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Víctor Manuel, entre otros, que ocuparon un lugar importante en aquellos momentos de combate, búsquedas y reafirmaciones nacionales.
El nacimiento y la niñez de aquella generación transcurrieron en momentos de incertidumbre para el pueblo cubano, de desencanto para algunos y de búsquedas de nuevas formas de lucha para otros. A pesar de las confusiones o del sentimiento de frustración que embargaba a muchos, ahí estaban vivos los gloriosos mambises, aquellos gloriosos legendarios hombres que desde 1868 habían comenzado el combate por la liberación nacional.
Nacían a la vida aquellos pequeños seres que darían su impronta a la Cuba de los años veinte de manera decisiva, en medio de múltiples contrastes, con distintas procedencias y en distintos ambientes familiares y sociales, pero marcados todos de alguna manera por su época.
En estas circunstancias, uno de esos jóvenes, Julio A. Mella, inició el septiembre de 1921 sus estudios de Derecho y de Filosofía y Letras en la Universidad de la Habana. Muy pronto se enroló en las enérgicas protestas, que desde la Universidad enfrentaban los desmanes del régimen plegado a los designios imperiales, como el de otorgar el título de Rector “honoris causa” a Zayas y el doctorado honorífico a Crodwer y a Leonard Wood — quien había sido gobernador durante la ocupación militar norteamericana de 1899 a 1902.
Los estudiantes universitarios expresaron su repulsa a que la Universidad se vinculara al carro del triunfo del imperialismo yanqui. “No queremos en las aulas de nuestra Universidad, política de barrios y mucho menos política anexionista”. Así declaraban los estudiantes de Derecho en un manifiesto el 15 de noviembre de 1922.
Encabezó Mella desde entonces todo un movimiento por la reforma universitaria, que hizo crecer a finales de 1922 la agitación en la Universidad, motivados por el movimiento iniciado en Córdova, Argentina, en 1918. Las palabras del doctor José Arce, Rector de la Universidad de Buenos Aires, al explicar el 4 de diciembre a los estudiantes cubanos en el Aula Magna el proceso reformista, fue la chispa que encendió la hoguera.
De ese fermento nació, el 20 de diciembre de 1922, la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), en cuyo manifiesto proclamaban, “…que será la columna granítica de nuestro derecho y el ariete incontrastable de nuestros anhelos de renovación”. Su primer presidente fue Felio Marinello Vidaurreta, y su primer secretario, Julio a. Mella. Como vocera de aquella lucha se tenía a la revista Alma Mater, nacida en noviembre de 1922, de cual Mella era administrador y colaborador.
Marcados por su tiempo, este de la Cuba del siglo XXI, sigue siendo para los estudiantes universitarios de hoy, momentos de combate, búsquedas y reafirmaciones nacionales, también para sus profesores, como lo fue en su momento para Mella y los suyos; Enrique José Varona, Eusebio Hernandez, y muchos otros.
Qué se reclama de la FEU hoy?
Cómo puede y debe responder a este tiempo cubano?
Solo ustedes saben cómo hacerlo. Cuenten con el acompañamiento de sus profesores.