En medio del epicentro de la pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 originada en la ciudad de Wuhan, en China, la ciencia cubana ha vuelto a ser noticia bajo el nombre de un producto esencial en la historia de la biotecnología de la isla caribeña: el interferón alfa-2b humano recombinante cubano, comercializado como Heberon® Alfa R, o IFNrec.
Varios titulares de los medios de comunicación internacional reseñaron que desde el 25 de enero de 2020, la planta mixta chino-cubana Changeber, ubicada en Jilin, comenzaría a producir el IFNrec con el uso de tecnología cubana, pues la Comisión de Salud de China había seleccionado este producto entre un grupo de 30, para utilizarlo en su lucha contra el nuevo coronavirus, basándose en su probada efectividad frente a virus con características similares y su potencial para ayudar a curar la afección respiratoria.
Orígenes del interferón
Los interferones son pequeñas proteínas (citocinas) que modulan el sistema inmunitario del cuerpo al “interferir” con la respuesta de una célula a la estimulación de un virus (así como a las bacterias y otros patógenos) e inhibir la propagación del virus detectado a las células no infectadas.
Fueron descubiertos por Jean Lindenmann (1924-2015), virólogo suizo, y Alick Isaacs, bacteriólogo británico, durante un trabajo posdoctoral dirigido en el National Institute for Medical Research, en Londres en el año 1957.
El estudio que condujo al descubrimiento del interferón partió de la observación de que cuando los virus inactivados (muertos) por calor se añadían a cultivos de células bacterianas, éstas se tornaban resistentes a la infección subsiguiente por virus vivos. De alguna manera la infección por virus inactivados (atenuados) tornaba resistentes a las bacterias frente a reinfecciones víricas, un mecanismo que se asemeja a la vacunación, pero con la particularidad de que el proceso en las bacterias parecía ser inespecífico (las bacterias adquirían resistencia frente a cualquier tipo de infección vírica). La investigación condujo a un inesperado hallazgo: las células que resisten la infección segregan una sustancia que interfiere con la infección vírica. Por esta acción, se denomina a dicha sustancia interferón.
El interferón atrajo el interés de numerosos laboratorios en todo el mundo. Pronto se descubrió que el interferón no era una sustancia única, sino que se trataba de hecho de una familia de proteínas sintetizadas no solo por las bacterias (procariotas) sino por todas las células (eucariotas) en respuesta a los virus, tanto virus inactivados como virus activos. Los leucocitos infectados experimentalmente con diversos virus fabricaban interferones. El primero, y a la postre el más importante, interferón α, se purificó en el año 1974. Sucesivamente vieron la luz el interferón β y el interferón γ.
Es posible que otros investigadores pudieron haber hecho observaciones sobre interferones antes de la publicación de Isaacs y Lindenmann en 1957. Por ejemplo, durante la investigación para producir una vacuna más eficaz contra la viruela, Yasu-ichi Nagano y Yasuhiko Kojima, dos virólogos japoneses que trabajan en el Instituto de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Tokio, notaron la inhibición del crecimiento viral en un área de piel o testículos de conejo previamente inoculados con virus inactivado por UV. Ellos plantearon la hipótesis de que algún “factor inhibidor viral” estaba presente en los tejidos infectados con virus e intentaron aislar y caracterizar este factor a partir de homogeneizados de tejidos.
El interferón era escaso y costoso hasta 1980, cuando el gen del interferón se insertó en bacterias utilizando tecnología de ADN recombinante, lo que permitió el cultivo en masa y la purificación de cultivos bacterianos o derivados de levaduras.
El interferón también puede ser producido por células de mamíferos recombinantes. Antes de principios de la década de 1970, Kari Cantell fue pionero en la producción a gran escala de interferón humano. Produjo grandes cantidades de interferón α humano a partir de grandes cantidades de glóbulos blancos recogidos por el Banco de Sangre de Finlandia. También se produjeron grandes cantidades de interferón β humano mediante la superinducción del gen de este interferón en células de fibroblastos humanos.
Tomado de Infomed