El médico Joaquín María Albarrán Domínguez, nace el 9 de abril de 1860 en Sagua La Grande, Villa Clara. Su obra científica en el campo de la Urología lo consagra como uno de los más importantes especialistas de esa disciplina a escala mundial. El doctor Joaquín Albarrán vivió entre dos siglos y aunque en el Siglo XIX cimentó su prestigio, sus obras más reconocidas dentro del terreno de la urología, las que hicieron de él un autor de referencia obligada por largo tiempo, vieron la luz en París a principios del Siglo XX.
Cursa estudios en el Colegio de Belén y luego, embarcó hacia Barcelona, donde cursó el bachillerato, la licenciatura e hizo el doctorado en Medicina en la Universidad Central de Madrid. Contaba con 18 años al graduarse. Se trasladó hacia París, donde retomó los estudios de Medicina que parecían para él ya concluidos, realizó cursos de postgrado, se incorporó al ejercicio de la profesión y comenzó a labrar su reputación, descubriéndose en él la gran figura de la medicina que habría de ser muy pronto. Se presentó, uno tras otro, a concursos de oposiciones. En 1883 alcanzó la plaza de externo de los Hospitales, al año siguiente merece el primer premio en el Concurso del Internado de Hospitales de París y obtuvo además varias medallas de plata y oro de la Facultad de Medicina. En 1892, a los 42 años, tenía en sus manos el título de Profesor agregado y en 1894 el de cirujano jefe de los hospitales de París. Por último, en1898 se le designaba vicepresidente de la Sociedad Francesa de Urología. El hecho de permanecer casi toda su vida en el exterior no lo desligó de Cuba. El 9 de septiembre de 1890, en banquete que le ofrecieron sus colegas en la patria, levantó su copa para decir: “Brindo, señores, porque se le den a Cuba los elementos que le faltan para su completo desarrollo científico y por el porvenir de la ciencia, que tendrá consigo el porvenir moral y material de la tierra en que nacimos”. Y también por aquellas fechas, 1890, el semanario El Fígaro recogía las palabras del ilustre médico que para acceder a tan elevados cargos debió adoptar la ciudadanía francesa: “Si los azares de la vida me han hecho adoptar por patria a la gran nación francesa, nunca olvido que soy cubano y siempre tenderán mis esfuerzos a hacerme digno de la patria en que nací.”
Fue excelente clínico, histólogo, bacteriólogo y fisiólogo, se le consideró “el más grande especialista en urología de su tiempo”, especialidad a la cual dotó de técnicas innovadoras y prestigió con su extraordinaria habilidad como cirujano. Murió prematuramente el 17 de enero de 1912, a los 51 años, y se le enterró en el cementerio de Neuilly-sur-Seine, donde concurrieron a despedirle, entre otras personalidades, los presidentes del Senado y de la Cámara de la nación francesa. Fue el primer médico en realizar una prostactecmía radical perineal en Francia. Entre sus aportes al instrumental médico se encuentran: la llamada Uñuela de Albarrán, que presentó a la Academia de Medicina de París en1897, un aparato con el cual se puede sondear los uréteres mediante un catéter hasta el riñón, y resolver por esta vía la cura de la tuberculosis renal. Una estufa termoformógena para desinfectar las sondas, mediante el formol desprendido por la combustión de los vapores metálicos en contacto con una esponja de platino; y varias sondas metálicas, jeringas y separadores uretrales. En el terreno experimental, la denominada Prueba de la políuria, iniciada por él con éxito, permitió explorar y comparar la función de los dos riñones, antes y después de la absorción de cierta cantidad de agua, con el objetivo de estudiar la marcha de las secreciones de cada riñón. Fue miembro distinguido de varias prestigiosas instituciones científicas, entre ellas: la Sociedad Anatómica de París (1888); la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana (1890); la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana (1890); y la Sociedad de Cirugía de París (1899). Ganó tres veces el Premio Goddard y el Tremblay. En 1908 dirigió el primer congreso internacional de urología. Fue nominado en 1912 para el Premio Nobel de Medicina. En 1907 recibió la Orden de la Legión de Honor de Francia.
Tomado: Diario del diario Juventud Rebelde