Por: MsC Lisandro Bonilla Deibe
A 51 años de su asesinato “Ser como el Che” continúa siendo una necesidad, más que una consigna, para el proyecto revolucionario cubano.
El Che fue primero Ernestito, luego Ernesto, el Pelao, Fúser, para culminar en la epopeya de la gesta revolucionarias con el apelativo de Guerrillero Heroico. El asma siempre presente no lo alejó de los juegos infantiles y deportes, como tampoco de las montañas que escaló para descubrir el mundo y luchar por un futuro más promisorio para el ser humano.
Sus padres, atentos a las inquietudes del niño, lo iniciaron en las primeras letras cuando el asma le impidió ir a la escuela, la voluntad de su madre lo inicia en el estudio de francés, descubre las interioridades de la estrategia con la práctica del ajedrez y lee, lee constantemente. Siendo apenas un adolescente se propone escribir un diccionario de filosofía.
Dolido y motivado por la enfermedad de una abuela comienza los estudios de medicina, estudios que deja un tiempo para recorrer América con su amigo Alberto Granado. Una moto, una mochila, escasez de bolsillo y delante la realidad de los pueblos latinoamericanos.
Nacen, de aquel recorrido que identificó como Nuestra Mayúscula América, las crónicas estructuradas en un texto conocido como Notas de Viaje. Comprobar la dura realidad de los países recorridos lo fue transformando. Si un día tuvo como propósito una carrera triunfal en el campo de la medicina dentro de los marcos individualistas del contexto capitalista, una vez descubierto el dolor profundo de nuestros pueblos concluye en la necesidad de los cambios revolucionarios y se dispone a participar en ellos. La experiencia vivida en Guatemala va modelando su conducta y su pensamiento.
Conoce a Raúl Castro, con quien llega hasta Fidel. Fueron suficientes las horas de una madrugada mexicana para que Ernesto Guevara, apodado Che por los cubanos, se vinculara definitivamente a la Revolución Cubana.
La memoria colectiva del pueblo lo reconoce como expedicionario del Granma en su condición de médico, como combatiente en la Sierra Maestra, comandante de columna guerrillera, fundador del periódico El Cubano Libre y de Radio Rebelde.
Para el Che Guevara la participación en el proceso revolucionario constituyó una auténtica escuela en las que su preparación política y su formación filosófica se unirían a su humanismo militante, su antiimperialismo, su anticolonialismo y su latinoamericanismo.
Su preparación intelectual y firmes convicciones comunistas le permitieron asumir tareas tan variadas y disímiles de la obra revolucionaria como el diseño de un sistema de dirección económica asentado en la planificación, dirigir los primeros intentos para la industrialización del país y encabezar misiones diplomáticas de alto nivel; en el plano de lo teórico abordó el estudio del marxismo y demostró la inconsecuencia de una práctica cargada de dogmas y desviaciones que nos llegaban en manuales para el estudio a los que identificó como “ladrillos”.
Opuesto a los esquemas y el dogma se preguntó: “¿por qué lo que “es” necesariamente tiene que “ser”?
El pensamiento del Che debe acompañar a los que se proponen convertir los sueños en realidades; en el Che se integran armónicamente los valores más consustanciales a lo mejor del ser humano; su obra y pensamiento forman un todo indivisible que no pueden reducirse a la consigna, su obra y pensamiento son herramientas vigentes para abordar las problemáticas actuales del movimiento revolucionario, particularmente en América Latina.
El Che, más que una necesidad, es una obligación moral de todos los que creemos que un mundo mejor será posible siempre que dotemos de sentido su pensamiento precursor.
Por: MsC Lisandro Bonilla Deibe
Presidente de la Cátedra Ernesto “Che” Guevara”