Son, sin duda, uno de los signos fundamentales de la maternidad y la paternidad: las canciones de cuna. En todo el mundo, las madres y los padres las cantan a sus hijos, sin importar si son inventadas, tradicionales o incluso notas al azar. Esta universalidad hace de la simple canción de cuna una gran ventana hacia la mente humana. En un nuevo estudio, liderado por Laura Cirelli y presentado en la 25ª reunión de la Sociedad de Neurociencia Cognitiva (CNS), los neurocientíficos cognitivos señalan que las canciones de cuna calman tanto a las madres como a los bebés simultáneamente, mientras que las “canciones de jugar” aumentan la atención de los bebés y muestran una emoción positiva hacia sus madres.
“Las implicaciones conductuales de la música son enormes – explica Cirelli en un comunicado –. Los cerebros infantiles deben ser capaces de rastrear los eventos auditivos de manera predictiva para dar sentido a la música y, para que esto sea posible, se producen muchas reacciones complejas en sus cerebros”.
Desde la infancia hasta la vejez, la música demanda mucho del cerebro humano. Profundizar en cómo procesamos la música está ayudando a los científicos a comprender mejor la percepción, la integración multisensorial y la coordinación social a lo largo de la vida. Los avances tecnológicos, por ejemplo, la electroencefalografía portátil (EEG) y las configuraciones electrofisiológicas, están permitiendo que los neurocientíficos cognitivos estudien música en una variedad de situaciones, desde interacciones entre madre e hijo hasta salas de conciertos en vivo.
La idea de estudiar la influencia de las canciones de cuna, le surgió a Cirelli mientras trabajaba en una guardería como estudiante. La autora estaba en un patio de recreo cuando una niña de 2 años le pidió ayuda para subirse al tobogán. El resto de los niños pequeños vieron esto, se miraron entre sí y corrieron emocionados para alinearse y esperar su turno. “Me sorprendió la complejidad de su comprensión social a una edad en la que ni siquiera pueden decirnos qué están pensando – añade Cirelli –. Esto me llevó a explorar cómo lo social se desarrolla a una edad temprana y la forma natural era usar la música como una forma de entender el cerebro social”.
Los científicos analizaron cómo las madres modificaron las canciones dirigidas a los bebés dependiendo de si su objetivo era calmar o ser lúdico. Las madres alternaban ambos modos en una misma canción (Estrellita, ¿dónde estás?) mientras el equipo de Cirelli estudiaba las respuestas de activación de las madres y los bebés.
Tomado de la Revista QUO