Por: Angélica Paredes.
Nuestros médicos y todo el personal de la salud, los que ayudan a otros pueblos, y los que combaten la enfermedad en nuestro país, son los héroes y heroínas de esta historia que todavía no ha terminado, y que nos sigue arrancando aplausos para esos guardianes de batas blancas.
Este 18 de junio (de 2020) Cuba arriba a sus cien días en el enfrentamiento a una pandemia que rompió nuestra normalidad y nos obligó a posponer sueños y metas.
Desde el inicio de este combate contra la COVID-19 sabíamos que el miedo no evitaría el contagio; sin embargo, la serenidad, la disciplina y la colaboración, sí podrían sortear la propagación del virus.
En Cuba, el antídoto para enfrentar esta situación prolongada por más de tres meses; ha sido contar con un pueblo informado y solidario, aunque no exento de indisciplinas que han atentado contra la responsabilidad de la mayor parte de la población.
La situación global constituye un desafío inédito, marcado por una pandemia que no se ha podido contener. Pero, la batalla contra el nuevo coronavirus no es solo un desafío sanitario, científico, económico y político. Es también, un reto de actitud… porque son nuestras maneras de actuar las que nos protegen.
Los cubanos, caracterizados por tener un carácter muy expresivo, tuvimos que posponer los besos y los abrazos como un acto de verdadero amor para cuidarnos entre todos.
Sin embargo, el virus silencioso y letal no nos impidió querernos y ayudarnos. Por eso, colaboradores cubanos de la salud viajaron a los lugares más complicados donde aún se combate esta pandemia.
Se despidieron de sus familiares, quizás como se parte a una “guerra”, pero con armas generosas para salvar vidas de personas desconocidas, para aliviar el alma e intentar borrar la tristeza.
Nuestros médicos y todo el personal de la salud, los que ayudan a otros pueblos, y los que combaten la enfermedad en nuestro país, son los héroes y heroínas de esta historia que todavía no ha terminado, y que nos sigue arrancando aplausos para esos guardianes de batas blancas.
El necesario reto de quedarse en casa
Comprender que el distanciamiento de hoy, será la cercanía del mañana, ha sido un reto difícil y necesario para los cubanos.
Quedarse en casa ha constituido un deber ciudadano para proteger a aquellos compatriotas que se han mantenido trabajando en lugares claves para la economía y el desarrollo social de la nación.
Esta batalla es de todos y tendremos que ganarla entre todos. Por ello, distanciarse físicamente en medio de esta emergencia no significa que nos volvimos egoístas; sino todo lo contrario, es reflejo de compromiso y de conciencia, de que en situaciones difíciles debemos ser más solidarios.
Los cubanos somos afortunados, porque en medio de un caos regional e internacional derivado de esta tragedia que vive el mundo, de la que no escapan ni ricos ni pobres; podemos asegurar que en uno de los países donde se ha podido enfrentar con serenidad y organización la COVID-19, es en Cuba, con la inteligencia y firmeza de su gobierno, con la cooperación de su pueblo…
Combatir la COVID-19 y la desinformación
Pero Cuba no solo ha librado una batalla contra la COVID-19; sino que ha enfrentado la pandemia de la desinformación y la neurosis que pueden generar las falsas noticias que circulan permanentemente en las redes sociales, intentando sembrar incertidumbre y pánico.
Sin embargo, para vencer al nuevo coronavirus, la humanidad lo que necesita son hechos y datos científicos, esperanza y solidaridad; en vez de desesperación, mentiras y división.
La Organización Mundial de la Salud, por su parte, usa el término de “infodemia”, para referirse a una práctica que consiste en difundir noticias falsas o maliciosas sobre la pandemia y que aumenta el pánico o la angustia en las sociedades, propagándose más rápido que el virus.
Lo cierto es que durante esta emergencia sanitaria mundial, se han difundido rumores de todo tipo e información errónea, lo cual provoca confusión y desconfianza en las personas.
En cuanto a Cuba, pequeña y bloqueada, asediada siempre mediáticamente, mensajes malintencionados han cuestionado la estrategia gubernamental para enfrentar esta situación compleja, han tergiversado los hechos, han manipulado los datos, hasta han llegado a escribir en las redes sociales que Cuba no actúa con transparencia.
Algunos, con total cinismo, han atacado el sistema cubano de salud y una de sus obras más humanistas: las brigadas médicas que por diversos lugares del mundo libran una cruzada por la vida.
Por suerte, en medio de toda esta tragedia mundial, la mayoría de los cubanos nos vacunamos contra la desinformación, y nos quedamos con nuestras emisoras de radio, nuestras televisoras, periódicos, publicaciones impresas y digitales, nuestros medios de comunicación públicos, estatales y revolucionarios.
Los enfermos de la COVID-19 no son cifras en Cuba
La pandemia que se expande por el mundo ha contagiado a millones de personas y ha arrebatado la vida a cientos de miles de seres humanos. Las cifras estremecen.
Este jueves también se cumplen cien días desde que la Organización Mundial de la Salud declarara que nos encontramos ante una pandemia, lo que significa que estamos ante una enfermedad de propagación mundial.
Quizás usted nunca ha visitado China, no conoce a nadie en Italia, España, Estados Unidos o Brasil; pero se conmueve cuando las noticias difunden que nuevos casos confirmados de la COVID-19 aparecen en Asia, Europa, América o cualquier lugar del planeta, incluyendo el territorio nacional.
En medio de un complejo escenario regional e internacional, Cuba sigue con atención los reportes que desde cada país conforman las abrumadoras estadísticas globales. Y claro que también manejamos, con total transparencia, los números que diariamente informa el Ministerio de Salud Pública.
Los cubanos llevamos a punta de lápiz cuántas pruebas se realizan cada día, cuántos son los casos confirmados en el país, cuántas personas se mantienen ingresadas, cuántos enfermos han sido dados de alta médica, cuántos se encuentran en estado grave o crítico; y entonces…. se nos aprieta el pecho de tanto dolor cuando informan los datos de aquellos que no pudieron sobrevivir a la COVID-19.
Los cubanos sabemos bien lo que es la solidaridad. Lo conocemos porque hemos vencido con generosidad y cooperación las más duras batallas; porque solo con la fuerza colectiva hemos podido enfrentar los más difíciles obstáculos.
La generosidad y el altruismo siempre podrán salvarnos. Por eso, en Cuba, los enfermos de la COVID-19 no son cifras. Para el país entero lo esencial es salvar vidas.
Cuando este 18 de junio Cuba arriba a su día 100 en el enfrentamiento a una enfermedad que invadió nuestra cotidianeidad y nos obligó a aplazar metas; el país entra a la primera fase de su etapa de recuperación, con excepción de las provincias de La Habana y Matanzas.
Que esta noticia alentadora sea también compromiso y responsabilidad social; que nos inspire, pero no nos haga caer en un exceso de confianza. Todavía Cuba está batallando y esta pelea contra la COVID-19 tendremos que ganarla entre todos.
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