La primera neurocirujana de Guantánamo

0

Por: Mayliovys del Toro T.
Múltiples son las operaciones quirúrgicas en el currículo de la Doctora Marianela Cardona Castillo, la primera neurocirujana de Guantánamo. Todas intervenciones complejas y riesgosas: tumores, procesos degenerativos (hernias discales, estenosis del canal espinal…), hidrocefalia, en pacientes adultos y niños, tras las cuales hay mucha ciencia y amor por el prójimo y la profesión.

Marianela Cardona Castillo, especialista en Neurocirugía, en el Hospital General Docente Dr. Agostinho Neto.

Marianela Cardona Castillo, especialista en Neurocirugía, en el Hospital General Docente Dr. Agostinho Neto.

Quince años acumula de labor, principalmente en el salón quirúrgico, y aunque su trabajo es agotador, como recompensa tiene el mejoramiento de la calidad de vida de los pacientes bajo su tutela médica.

“Hace algún tiempo -se anima a conversar con los periodistas-, estuvimos seis horas operando un tumor cerebral en el Hospital Pediátrico Pedro Agustín Pérez y, cuando creíamos haber terminado, nos reclamaron de la terapia intensiva para valorar otro caso que nos obligó a retornar al salón para intervenir otro proceso expansivo en el cerebro.

“Terminamos a las 12 de la noche, pero satisfechos, todos los procedimientos resultaron exitosos con los pacientes, dos niños de cuatro y ocho años, respectivamente.

Cardona Castillo en todo momento habla en plural, reflejo de la sencillez y modestia que la define, condiciones que no traicionan su diálogo, en tanto se anima y se torna locuaz con Venceremos.

Vocación por la medicina

“Siempre quise estudiar Medicina -confiesa mientras comparte un café, en su apartamento del Reparto Obrero-. Al terminar 12 grado en el Instituto Vocacional de Ciencias Exactas José Maceo Grajales, fue la solicitud en primera opción. También me incliné por cursarla en la antigua República Democrática Alemana, oportunidad excepcional que se nos ofrecía y, en esa etapa, llegaron sólo dos al país”.

La doctora (a la izquierda) interviene en una operación de un tumor de médula espinal.

La doctora (a la izquierda) interviene en una operación de un tumor de médula espinal.

La elección le fue aprobada y supuso enfrentar primero las pruebas de ingreso a la Educación Superior, y luego aprender alemán en la Facultad Preparatoria de Idiomas Hermanos País, en La Habana, en el curso 1988-1989.

“En Alemania -precisa- estuve el primer año de la carrera. Era la década del 90 y se desintegraba el campo socialista. De vuelta a casa recibí clases de bioquímica e inglés, asignaturas impartidas en segundo año en la antigua Unión Soviética, pero el retorno me trajo un desfase en el programa de estudios porque no eran coincidentes en su planificación”.

La hoy especialista de Primer Grado en Neurocirugía cuenta que la esencia social y humanista de la Medicina, no la aprendió en la Academia, sino en el campo, en la interrelación galeno-paciente desde los días de trabajo en la Mesa del Quemado, intrincada zona de Manuel Tames, con una población pequeña y bastante sana, según refiere.

El trabajo en el Consultorio del médico de la familia le agrada, pero su verdadera pasión es la cirugía, por lo que optó por la especialidad de Neurocirugía, que le exigió otros seis años de estudio, esta vez, en los hospitales Pediátrico Dr. Antonio María Béguez César y Clínico-Quirúrgico Interprovincial Saturnino Lora, ambos de Santiago de Cuba.

“Una vez más me tocó estar lejos de casa. Las rotaciones eran en La Habana, en el Hospital Hermanos Amejeiras, por su alta tecnología; en el Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgicas (Cimeq) y en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía.

“Fue una etapa llena de sacrificios. En los dos últimos años tuve a mis dos hijos y no pedí Licencia de Maternidad porque consideré que podía terminar los estudios, con el apoyo incondicional de la familia”, asegura quien también es profesora asistente de cuarto año de Medicina en Cirugía y la principal docente de la especialidad de Neurocirugía en la provincia.

Se integró al servicio de la especialidad en el Hospital General Agostinho Neto, antes un colectivo liderado por hombres, y ella la primera mujer en la especialidad, pero “todos fueron unos caballeros”.

El internacionalismo también forma parte del vivir de la neurocirujana, quien prestó ayuda solidaria en la República de Botswuana, África; de 2013 a 2015 trabajó junto a médicos chinos y rusos, los únicos de esa especialidad en el Princess Marina Hospital, ubicado en la capital, Gaborone.

“Durante mi colaboración en el continente africano traté padecimientos que raras veces aparecen en Cuba y que me impresionaron. Malformaciones congénitas del sistema nervioso central, como mielomeningocele (es un tipo de espina bífida, en el que la columna vertebral y el conducto raquídeo no se cierran antes del nacimiento) y encefalocele (el cráneo no termina de cerrarse formando un bulto en forma de saco en el exterior), abscesos cerebrales por tuberculosis en niños y muchos pacientes con VIH”.

La especialista, quien dirigió por más de cinco años el servicio de Neurocirugía en el Hospital General de la ciudad de Guantánamo, comenta que dentro y fuera del quirófano es una cubana normal, que lidia con los problemas cotidianos en la bodega, el mercado, los desperfectos técnicos del Lada que heredó de su padre; la crianza de sus hijos, Luisito y Tití, a quienes define como su obra maestra.

“Mis resultados son mérito compartido por la familia: mamá Rafaela me cuidaba a los niños cuando estaba de guardia o en reunión, y mis hermanas, desde siempre, han sido fuentes de incondicional apoyo. Con ellas tengo asegurado el éxito”.

Tomado del diario digital Venceremos

Dejar un comentario

Los campos marcados con un asterisco (*) son obligatorios.

*