Dengue y COVID-19: Una aleación amenazadora para las Américas

Boletín Científico del Cimeq. 2020 Jun 22; 1 (14): 3-4

Osvaldo Aguilera BatistaORCID iD icon1, Julio César Hernández PereraORCID iD icon2.

1Programa de Control Sanitario Internacional. Unidad Municipal de Higiene y Epidemiología de Cacocum, Holguín, Cuba.

2Centro de Investigaciones Médico Qurirúrgicas, La Habana, Cuba.

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Actualmente el mundo se debate en una incertidumbre debido a la situación creada por el SARS-COV2, la cual se ha diseminado y se encuentra presente hoy en más de 180 países: La enfermedad ha causado más de 6 millones de contagios y cerca de 380 000 defunciones hasta el 2 de junio de 2020.

La situación se ha vuelto mucho más compleja en un

a vasta zona de América Latina, como a consecuencia de las debilidades presentes en los sistemas de salud y la inadecuada atención prestada por algunos gobiernos neoliberales.

Y por si fuera poco, se ha sobreañadido otra amenaza: El dengue. Esta enfermedad se ha vuelto endémica en muchas regiones de América Latina con un acumulado hasta el 25 de mayo del 2020 de cerca de un millón y medio de casos; muy superior a lo declarado en el año 2019.

Según estimados de la Organización Panamerican

a de Salud (OPS) se habla de aproximadamente 500 millones de personas en Las Américas que tienen riesgo de padecer dengue.

Actualmente los cuatro serotipos de dengue (DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DEN-V 4) circulan a lo largo este continente, y en algunos casos circulan simultáneamente. La infección por un serotipo, seguida por otro diferente aumenta el riesgo de que una persona padezca una forma grave de dengue con elevado peligro de muerte.

Con el brote de la COVID-19 muchos países han descuidado la atención que merece esta arbovirosis lo que puede llevar a brotes incontrolados. Se debe

tener en cuenta, además, que estos dos padecimientos presentan síntomas similares, como la fiebre, el decaimiento, dolor de cabeza, las diarreas y manifestaciones cutáneas. Pueden mostrar, asimismo, similares hallazgos de laboratorio como leucopenia, linfocitosis o linfopenia, trombocitopenia e hipertransaminasas, entre otros. Estos hechos pueden demorar el diagnóstico de cualquiera de estas afecciones, aumentar la tasa de complicaciones y ensombrecer el pronóstico.

Por otra parte, poco se conoce de la evolución clínica de los pacientes que puedan padecer al unísono estas dos enfermedades virales. Un hecho que sin lugar a dudas estaría acompañado de mayores complicaciones y haría más difícil su manejo.

Todos estos elementos son de peso y por eso se debe tener en cuenta para evitar males mayores. Por eso el llamado en nuestro país de no olvidar e intensificar acciones tan necesarias como el «autofocal», sobre todo ahora, que se logró «aplanar la curva» epidemiológica de este coronavirus con tanto esfuerzo intersectorial.

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