Humanismo y Eticidad Martiana

HUMANISMO Y ETICIDAD MARTIANA: NECESIDAD DOCENTE

El aula es el escenario en el que confluyen las más caras demandas de la sociedad y los intereses y demandas de cada estudiante, exponentes de conciencias individuales y por ende portadores de una variada gama de percepciones y criterios.
La clase, entendida como la relación dialéctica entre el interés social expresado institucionalmente y las visiones particulares signadas por experiencias, cultura, costumbres, ambiente familiar u otros factores de incidencia, es el espacio para debatir y reflexionar acerca de las manifestaciones negativas y violaciones que puedan debilitar la excelencia pretendida; los profesores están frente a un desafío ineludible.
El humanismo martiano, compacto éticamente, puede y debe constituir un modelo en la batalla por proteger y perfeccionar las conquistas sociales del pueblo cubano.
En el campo de la particularización se expresa el término de ética médica. Ella está asociada a la formación de profesionales en los cuales el conocimiento científico y el sentido humanista de la profesión conforman una pareja de conocimientos y prácticas. Es de importancia cardinal formar valores éticos que distingan al hombre socialista, que necesariamente no se identifica como el hombre que vive en condiciones de socialismo, de ahí que la ética promueva y estimule la formación de un sistema axiológico donde deben destacar la sencillez, la solidaridad, el humanismo y el internacionalismo, entre otros.
La herencia ética-humanista recibida de José Martí favorece el tratamiento docente en ese sentido. La aprehensión y práctica de sus conceptos humanistas conducen por el camino de la transformación del hombre hacia niveles superiores en la escala de valores.
La concepción humanista de Martí lo identificó con las desdichas de los demás y advirtió sobre favorecer la condición humana: “Trabajamos para la dignidad y bienestar de todos los hombres. Así lo entendemos y esa es nuestra resolución. Esa es la obligación […]…”.
El humanismo martiano debe constituir un paradigma para el profesional de la Salud. La violación de la ética profesional genera estados de opinión insatisfactorios en la población. Los docentes tenemos la responsabilidad de hacer llegar a los estudiantes las concepciones martianas, adecuarlas al contexto, precisar su vigencia y demostrar cómo se insertan de manera natural en las condiciones de la Cuba actual.
Cuando la cultura es el centro de la actividad docente, ¿por qué no acudir a Martí que entendía al hombre culto no solamente por la apropiación instructiva, sino como al hombre expresando en la práctica los valores más positivos, los que enaltecen?
El pensamiento humanista de José Martí se orienta a la necesidad de propiciar la dignidad humana y la solidaridad entre los hombres, principio de una clara eticidad; los valores morales de carácter ético-deontológico en la relación médico-paciente ofrecen la posibilidad para acercarse al pensamiento martiano. Resultaría de interés propiciar reflexiones sobre lo que Martí llamó la atención en Nuestra América: “Se ha de tener fe en lo mejor del hombre, y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece”.
El amor de Martí por los seres humanos fue una de sus virtudes para entenderlo como revolucionario: “Y han de saber que me han salido habilidades nuevas, y que a cada momento alzo la pluma, o dejo el taburete, y el corte de palma en que escribo, para adivinarle a un doliente la maluquera, porque de piedad o casualidad se me han juntado en el bagaje más remedios que ropa, y no para mí, que no estuve más sano nunca. Y ello es que tengo acierto, y ya me he ganado mi poco de reputación, sin más que saber cómo está hecho el cuerpo humano, y haber traído conmigo el milagro del yodo”. (3)
José Martí, que no estuvo ajeno a la medicina, no vaciló en disminuir el dolor haciendo de enfermero durante la guerra. “Era el enfermero más abnegado que he conocido. Recuerdo tres casos de tifoidea que él asistió con un cariño, con un valor incomparable”. (4)
Se preparó Martí para servir modestamente a los hombres, para ser soldado de propósito honrado. Sintetizó en una breve frase su abnegación, sencillez, modestia y altruismo: “Creo que he dado a mi tierra, desde que conocí la dulzura de su amor, cuanto hombre puede dar”. (5)
¿Deben obviarse, en ese acto de creación que es la clase, el cúmulo de valores que incorpora el ideal martiano a la formación ético humanista de las nuevas generaciones? La respuesta es rotunda: no. La savia martiana debe incorporarse a los futuros profesionales de la salud porque sintetiza los nódulos fundamentales de la identidad nacional.

1. Martí José. Epistolario en cinco tomos. Tomo III. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1893. p. 286-7.

2. Martí José. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo II. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 2000. p. 486.

3. Martí José. Epistolario en cinco tomos. Tomo V. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1893. p. 193.

4. Hodelín Tablada R. Enfermedades de José Martí. Santiago de Cuba: Editorial Oriente; 2007. p.137, 138.

5. Martí José. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 2000. p.106.

MsC Lisandro Bonilla Deibe