La Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) insta a los estados miembros a implementar las recomendaciones para el diagnóstico diferencial del virus Oropouche (OROV) y reforzar las medidas de vigilancia entomológica, control vectorial y de protección personal de la población a mayor riesgo. El aumento de la circulación de este virus en la región de las Américas y la presencia a lo largo de todo el país del vector mosquito Culex quinquefasciatus con capacidad de transmitir esta enfermedad plantean la necesidad de reforzar la vigilancia epidemiológica para la detección oportuna de casos.
El virus de Oropouche se identificó en Cuba en el mes de mayo por primera vez en la provincia de Santiago de Cuba. El diagnóstico pudo realizarse gracias a la preparación de los científicos del IPK y las condiciones tecnológicas que se crearon en los tres últimos años en este centro, gracias al proyecto: “Fortalecimiento de capacidades de 3 instituciones de salud cubanas”; que se desarrolla con el apoyo de la Agencia Francesa para el Desarrollo y la Unión Europea.
La oviposición del vector se realiza en ambientes naturales asociados a acumulación de agua temporal. Por este motivo, las medidas de prevención implican:
• Fomentar buenas prácticas agrícolas para evitar la acumulación de residuos que sirvan de sitios de reproducción y reposo.
• Rellenar o drenar las colecciones de agua, charcas o sitios de anegación temporal que pueden servir como sitios de oviposición de las hembras y criaderos de larvas de los vectores..
• Eliminación de la maleza alrededor de las comunidades para disminuir los sitios de reposo y refugio de los mosquitos y los jejenes.
Adicionalmente se deben tomar medidas para prevenir la picadura de los vectores. Entre estas medidas se encuentran:
• Protección de viviendas con mosquiteros de malla fina en puertas y ventanas, de esta manera también se previenen otras arbovirosis.
• Uso de prendas que cubran las piernas y brazos, sobre todo en casas donde existe alguien enfermo.
• Uso de repelentes, los cuales se pueden aplicar en la piel expuesta o en ropa de vestir, y su uso debe estar en estricta conformidad con las instrucciones de la etiqueta del producto.
• Uso de mosquiteros impregnados o no con insecticidas para quienes duermen durante el día (por ejemplo, mujeres embarazadas, bebés, personas enfermas o postradas en cama, ancianos).
• En el caso de personas con mayor riesgo de picadura como trabajadores forestales, agrícolas etc. se recomienda el uso de prendas que cubran las partes expuestas del cuerpo, así como el uso de los repelentes.
.• En situaciones de brote se deben evitar las actividades al aire libre durante el periodo de mayor actividad de los vectores (al amanecer y atardecer).
En las últimas décadas, se ha evidenciado el surgimiento y resurgimiento de infecciones originadas por arbovirus como el del Oropouche, quien recientemente ha provocado una serie de brotes en el continente americano. Fue descrito por primera vez en Vega de Oropouche, Trinidad, en 1955. Desde entonces se han identificado diferentes brotes de la infección, destacando el brote urbano en Belem, Brasil, en 1961 o el mayor brote registrado, en torno a 100.000 casos, que tuvo lugar en el estado de Para en 1980. En la Región de las Américas, los últimos brotes por el virus Oropouche han tenido lugar principalmente en la región amazónica pero se han reportado en diferentes áreas de las Región, afectando a comunidades tanto rurales como urbanas. Países como Brasil, Ecuador, Guyana Francesa, Panamá, Perú y Trinidad y Tobago. Estos brotes han afectado a personas de todas las edades y géneros, principalmente los niños y jóvenes en poblaciones con exposición previa al virus. A partir del año 2023, en el estado de Acre en Brasil, se observó un incremento de OROV en áreas urbanas, un fenómeno que no se había observado durante un periodo prolongado de tiempo. Se reportaron 60 casos de OROV, en varios de sus municipios.
Es un virus que pertenece a la familia Bunyaviridae, con gran capacidad de adaptación tanto al huésped como al vector y al entorno. En el ciclo epidémico urbano, el ser humano sirve como huésped amplificador, y la transmisión a este está asociada a la picadura del jején Culicoides paraensis, presente en la región, y al mosquito Culex quinquefasciatus, este último más común en nuestro país, siendo una de las especies de mosquito de mayor importancia y abundancia en el ambiente urbano.
Después de la exposición al virus a través de la picadura del mosquito infestado y un periodo de incubación de 5 a 7 días, aparece fiebre, cefalea, escalofríos y fotofobia con una duración de 3 a 4 días, limitación funcional en miembros inferiores, mialgias, artralgias y lumbalgia que pueden durar entre 4 y 7 días. El rash y la conjuntivitis pueden estar presentes en algunos casos, así como los vómitos y diarreas.
Dado el cuadro clínico, y considerando la actual situación del dengue y de otras enfermedades transmitidas por vectores en la Región de las Américas, es esencial el diagnóstico y la confirmación por el médico quien dará las recomendaciones necesarias, el seguimiento y de ser necesario el ingreso del paciente.
Para prevenir o tratar la infección por OROV, el enfoque del tratamiento es paliativo o según los síntomas, centrado en aliviar el dolor, rehidratar al paciente y controlar cualquier vómito que pueda presentarse.