Estrés: si hay vida, también hay estrés

Todos hemos padecido estrés en algún momento de la vida. Esta es una sensación profundamente humana. Algo que es inherente a las situaciones difíciles y críticas de la vida cotidiana. El estrés está presente en todas las etapas de la vida humana; sin embargo, las personas parecen asociarlo a enfermedad o padecimiento, cuando no todo estrés es perjudicial, pues esta reacción nos ayuda a estar alertas y responder a los peligros y dificultes, adaptándonos a ellos.

El estrés tiene dos formas de manifestarse: la primera como reacción emocional asociada al miedo, la ansiedad y la depresión y la segunda, reacciones fisiológicas, que incluyen taquicardia, sudoración, problemas digestivos, entre otras. El estrés va más allá de los eventos que lo provocan o las emociones en que se expresa, pues implica una ruptura del equilibrio funcional y puede expresarse a nivel psíquico, fisiológico y social. Cualquier situación vital difícil, crítica o limitante, se convierte en un grupo de factores estresores de alta intensidad y pueden desencadenar emociones negativas como frustración, tristeza, ansiedad, angustia, ira o rabia, culpas, vergüenza…así como diferentes reacciones personales, a nivel cognitivo e intelectual y fisiológico o físico.

Es necesario y prudente controlar el estrés para evitar el riesgo de enfermar y disminuir las afectaciones sobre la atención, la memoria y otros procesos cognitivos e intelectuales. También se puede afectar el control de los impulsos y la autoestima. Las relaciones interpersonales se pueden ver dañadas y la persona puede vivenciar una disminución del interés y las ilusiones.

Entre las sugerencias más factibles para controlar el estrés, podemos recomendar un enfoque positivo de pensamiento y una expresión adecuada de las emociones (puede ayudar alguna técnica de relajación o respiratoria). Resulta conveniente jerarquizar las tareas cotidianas y organizar las prioridades, a partir del ajuste de las exigencias. En el caso del estrés asociado a una fuerte carga laboral, se recomienda hacer pausas en el trabajo y distraerse con actividades que resulten entretenidas y motivadoras (incluyendo la actividad física). Por último, resulta de particular importancia mantener vínculos afectivos con familiares y amigos, así como buscar ayuda profesional cuando lo considere necesario.

Lic. Giovani Leal Luque