Cada 28 de abril, la Organización Internacional del Trabajo conmemora el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, este año, el tema se centrará en las notables repercusiones del cambio climático en el ámbito laboral, por su particular incidencia en la seguridad y la salud de los trabajadores. La Organización Mundial de la Salud estima que alrededor de 150.00 muertes fueron causadas por el cambio climático en el año 2000 y prevé un aumento de 250.000 muertes anuales para el 2040. El Cambio Climático no solo afecta al medio ambiente, sino que también impacta en la salud y la eficiencia de los trabajadores, por lo que constituye una de las mayores amenazas para la salud mundial del siglo XXI.
La salud puede ser afectada por los cambios de clima a través de impactos directos (olas de calor, sequías, tormentas fuertes y aumento del nivel del mar) e impactos indirectos (enfermedades de las vías respiratorias y las transmitidas por vectores, inseguridad alimentaria y del agua, desnutrición y desplazamientos forzados). Estos cambios también afectan a la salud y seguridad de las personas en sus puestos de trabajo, agravando riesgos laborales ya existentes y haciendo emerger otros nuevos. Cabe mencionar que algunos grupos de trabajadores son especialmente vulnerables debido al lugar donde trabajan y al tipo de trabajo que realizan.
Los principales riesgos que plantea el cambio climático van desde pérdidas económicas y de bienestar, daños a la salud y la productividad laboral. La interrelación entre estos y otros tipos de riesgos conlleva a importantes desafíos para el trabajo.
Algunos ejemplos de riesgos laborales exacerbados por el cambio climático, que se pueden mencionar son:
– Estrés térmico
– La radiación Ultravioleta
– La contaminación atmosférica
– Los accidentes industriales graves
– Fenómenos meteorológicos extremos
– Aumento de las enfermedades transmitidas por vectores
– Una mayor exposición a los productos agroquímicos
Un elemento a destacar es que hay ciertas ocupaciones con mayores riesgos derivados de la exposición a altas temperaturas, impactando con diferente intensidad, dado el grado de actividad física y las horas de trabajo al aire libre, como son las labores agrícolas, construcción, reparaciones de emergencia, transporte, turismo y deportes. El estrés por calor es un riesgo significativo para los trabajadores al aire libre, especialmente cuando realizan un trabajo físico intenso en exposición directa a la luz solar y al calor en sectores como la agricultura, la silvicultura, la pesca, la construcción, la minería y la cantera, el transporte y los servicios públicos. Las personas que trabajan al aire libre también corren el riesgo de una mayor exposición a la radiación ultravioleta bajo un clima cambiante, lo que aumenta el riesgo de quemaduras solares y, en última instancia, cáncer de piel.
Debido al cambio climático, la distribución geográfica de patógenos y vectores transmisores como mosquitos o garrapatas se está expandiendo. Esto pone a los trabajadores en riesgo de enfermedades infecciosas transmitidas por estos. Por otra parte, las condiciones climáticas severas pueden aumentar el riesgo de ahogamiento, quemaduras, congelación y para los trabajadores de emergencia de primera línea, los riesgos de gases tóxicos, explosiones, calor extremo y lucha contra incendios. Además de los impactos físicos, los peligros climáticos también afectan la salud mental de los trabajadores.
Los fenómenos meteorológicos extremos pueden afectar seriamente a los trabajadores de emergencia, incluidos los bomberos, los oficiales de policía, el personal médico de emergencia y los psicólogos y, en desastres graves, también a los trabajadores de rescate, técnicos, personal militar, trabajadores de limpieza, trabajadores de la construcción y voluntarios. Los desastres naturales pueden implicar inundaciones y riesgos conexos, como el ahogamiento y la propagación de enfermedades transmitidas por el agua y los vectores.
Todo lo expuesto lleva a la reflexión de que el cambio climático no es un problema del futuro, es un problema del presente que nos obliga a desarrollar con urgencia medidas para adaptarse a él y mitigarlo. En correspondencia a ello el Acuerdo de París reconoce la necesidad de que las respuestas al cambio climático deberían maximizar las oportunidades de creación de trabajo decente y garantizar la protección social para todos. Por tanto, las políticas de protección del medio ambiente, de la salud pública y de la salud laboral deben tener un alto grado de sinergias.
Identificar todos los puestos de trabajo y las tareas en los que puede haber, una incidencia del cambio climático y actuar en consecuencia para reducir sus efectos debe ser una prioridad hoy para garantizar un trabajo seguro y saludable ahora en un clima cambiante.
Dra. Elba Lorenzo Vázquez