Astenia es el término médico para el cansancio. Se define como la incapacidad de mantener una fuerza inicial durante un esfuerzo continuo. Es una situación fisiológica normal, siempre y cuando sea consecuencia de un esfuerzo intenso o prolongado.

En este caso, tras un descanso reparador, todo vuelve a la normalidad.

Sin embargo, cuando el cansancio aparece tras un leve esfuerzo o incluso antes de cualquier esfuerzo, sería más adecuado hablar de astenia. Es entonces un cansancio duradero que se traduce en una sensación de debilidad y falta de vitalidad generalizada, tanto física como intelectual, que reduce la capacidad para trabajar e incluso para realizar las tareas más sencillas.

La astenia puede manifestarse de forma constante, sin que se haya realizado ningún tipo de esfuerzo, y es insensible o poco sensible al descanso.

Ante la presencia de este síntoma, siempre es recomendable la valoración de un médico, ya que puede traducir alguna enfermedad seria. Para su tratamiento, es frecuente el uso de complejos vitamínicos y de algunas plantas medicinales con acción tonificante, que aportan un estímulo fisiológico, no irritativo, a las funciones del sistema nervioso central.

Además de lo anterior, es recomendable seguir una dieta sana y equilibrada, respetar las horas de sueño y realizar ejercicio físico moderado regularmente.

Dentro de las opciones existentes entre las plantas medicinales para ayudar a tratar la astenia, se pueden recomenda

Beta vulgaris (remolacha): Se utiliza el tubérculo crudo fresco bien lavado, con el que se preparan 100 mililitros de jugo y se bebe una o más veces al día.

 

 

 

Cucurbita moschata (calabaza): Se prepara un caldo con seis cucharadas de las hojas bien troceadas en un litro de agua y se recomienda beber una taza, equivalente a 250 mililitros, tres veces al día.

 

La tasa de vacunación infantil fue en aumento durante décadas, pero desde 2010 se ha estancado o revertido en muchos países, también entre los de rentas altas, lo que deja a millones de niños de todo el mundo expuestos a enfermedades prevenibles e incluso mortales.

Una investigación que publica The Lancet, firmada por el grupo Colaboradores del estudio sobre la carga mundial de morbilidad de cobertura vacunal, hace esta advertencia y señala que entre 2010 y 2019, por ejemplo, la vacunación del sarampión disminuyó en 100 de 204 países.

En ese caso, la mayor disminución observada fue en América Latina y el Caribe, donde la cobertura cayó de alrededor del 90% en 2010 al 87% en 2019,  casi un millón de niños menos vacunados contra el sarampión en ese último año.

Además, 21 de 36 países de ingresos altos experimentaron descensos en la cobertura de al menos una dosis contra la difteria, el tétanos, la tos ferina, el sarampión, la poliomielitis o la tuberculosis.

La pandemia de covid-19 agravó aún más los problemas, se agrega en el estudio, que advierte de que los objetivos mundiales de inmunización para 2030 no se alcanzarán sin estrategias “específicas y equitativas”.

También hará falta fortalecer la atención primaria de salud y los esfuerzos para hacer frente a la desinformación y las dudas sobre las vacunas.

La investigación señala que, en números globales, la tasa de vacunación entre 1980 y 2023 se duplicó en enfermedades como la difteria, el tétanos, la tos ferina, el sarampión, la poliomielitis y la tuberculosis.

Además, hubo un descenso global del 75% en el número de niños que nunca habían recibido una vacuna infantil sistemática (niños de dosis cero), pasando de 58.8 millones en 1980 a 14.7 millones en 2019.

Tras la pandemia, en 2023, se calcula que había 15.7 millones de niños que no habían recibido ninguna dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina en su primer año de vida.

Más de la mitad vivían en ocho países: Nigeria (2.48 millones), India (1.44 millones), República Democrática del Congo (882 000), Etiopía (782 000), Somalia (710 000), Sudán (627 000), Indonesia (538 000) y Brasil (452 000).

El estudio se publica justo antes del inicio de la cumbre de alto nivel sobre financiación de la Alianza para la Vacunación, GAVI (Global Alliance for Vaccines and Immunisation), que empieza el miércoles.

“A pesar de los monumentales esfuerzos de los últimos 50 años, los avances distan mucho de ser universales. Un gran número de niños siguen sin vacunarse o no lo hacen suficientemente”, destacó el autor principal del estudio, Jonathan Mosser, de la Universidad de Washington (EE.UU.).

En 2019, la OMS estableció objetivos para mejorar la cobertura vacunal a través de la Agenda de Inmunización 2030 (AI2030), incluida la reducción a la mitad del número de niños con dosis cero.

Sin embargo, los brotes de enfermedades prevenibles con vacunas persisten, “lo que refleja las desigualdades de larga data en la cobertura vacunal en todo el mundo, y supone un riesgo mundial cada vez mayor”, se señala en la publicación en The Lancet. Así, se ha notificado un número creciente de casos de poliomielitis en Pakistán y Afganistán, y hay un brote en Papúa Nueva Guinea, donde menos de la mitad de la población está inmunizada.

En 2024, las infecciones por sarampión se multiplicaron casi por 10 en la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo. Mientras, el brote en EE.UU. alcanzó más de 1 000 casos confirmados en 30 estados en mayo de 2025, superando el número total de casos de 2024.