Por: Dr.C. Julio César Hernández Perera.
Sacudidos por la amenaza de adquirir el SARS-CoV-2, hemos conversado mucho por estos días acerca de la imprescindible prevención. Y una de las acciones higiénicas más comentadas, junto a la necesaria desinfección de superficies y el cuidado de no llevarse las manos a la cara, ha sido el escrupuloso «lavado de manos».
Apenas se debate, sin embargo, sobre otra vía de contaminación que puede ser mucho más peligrosa de lo que pudiera imaginarse: los teléfonos celulares. Estos dispositivos se han convertido en algo inseparable de nuestras vidas; y es así como en tiempo de epidemias y pandemias, las pantallas táctiles de los llamados teléfonos inteligentes son parte de un ciclo cerrado donde pueden ser contaminadas con los dedos infectados, y viceversa.
Meditemos por un segundo acerca de cuántas veces en el día nos lavamos las manos, y comparemos esa cifra con las ocasiones en que tocamos el celular, lo sacamos de los bolsillos, consultamos sus programas, nos conectamos con internet o nos lo ponemos al oído o en la cara para conversar. Reparemos, además, en las veces en que ofrecemos ese objeto a un amigo, un familiar, o un hijo.
Una investigación perfilada recientemente por el periódico estadounidense USA Today, aunque realizada en otro país, nos demuestra la envergadura del asunto traído a colación. En este estudio se concluyó que un estadounidense medio mira su teléfono una vez cada 10 minutos; es decir, unas 96 veces cada día. El mismo habitante promedio de los Estados Unidos, en cambio, se lava las manos sólo unas 8,6 veces por día.
Hay quien manifiesta que en la contemporaneidad somos parte de una nueva clase de personas que «acaricia» más superficies que cualquier otra en la historia de la humanidad. Eso indica que siempre estamos recolectando gérmenes con nuestras manos, los acopiamos en el celular, y luego los transportamos cerca de la nariz, la boca y la cara.
¿Cuántos gérmenes se ocultan en la superficie de un celular que casi nunca —o nunca— limpiamos? Si hasta ahora pudiera albergarse duda alguna sobre la contaminación que puede haber en estos dispositivos, propongo examinar los resultados de otra investigación publicada este año en la revista médica Access Microbiology.
Las autoras del trabajo (doctoras Rebecca Simmonds y Emma Hayhust) estudiaron los gérmenes que podían estar contenidos en los teléfonos inteligentes, especialmente dentro de los medios hospitalarios. Y concluyeron que el grado de contaminación de estos soportes digitales supera con creces cualquier cosa previamente informada: Se aislaron como promedio 198 tipos de bacterias, de los cuales 34 eran exclusivos de hospitales; todo ello sin ahondar en los virus.
Las recomendaciones que se derivan de tales datos es que no basta con el lavado de manos. No deben ser olvidados esos pequeños objetos como los teléfonos celulares que mucho se beneficiarían con un paño suave, al menos una vez por semana, para quedar limpios. Así estaríamos cortando con seriedad la llamada «transmisión móvil del germen», causante del CoVID-19 y de otros culpables de dolencias que, con un poco de tiempo y de preocupación, podríamos evitar.
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