El diario The New York Times publicó el domingo un reportaje de su periodista Nicholas Casey bajo el efectista título Nicolás Maduro usó a médicos cubanos y a los servicios de salud para presionar a los votantes.
Usando, él sí, el supuesto testimonio de 16 exintegrantes de la Misión Médica Cubana en Venezuela, Casey apunta a la insólita historia de que los trabajadores cubanos de la salud fueron utilizados para amenazar a pacientes e incluso coercionarlos, negándoles el servicio, si no votaban por Maduro en las elecciones del pasado 2018.
Según el Times:
Se usaban muchas tácticas, dijeron los doctores, desde simples recordatorios para votar por el gobierno hasta denegar tratamiento a los simpatizantes de la oposición que tienen enfermedades mortales.
Los médicos cubanos comentaron que se les ordenó ir puerta por puerta en barrios pobres para ofrecer medicinas y advertir a los residentes que se les cortaría el acceso a los servicios médicos si no votaban por Maduro o por sus candidatos.
Muchos dijeron que sus superiores les instruyeron a hacer las mismas amenazas en consultas a puerta cerrada con pacientes que buscaban tratamiento para enfermedades crónicas.
Una exsupervisora cubana indicó que ella y otros trabajadores médicos extranjeros recibieron carnets de votación falsos para participar en una elección. Otra doctora dijo que les ordenaron dar instrucciones precisas sobre el voto a pacientes de edad avanzada cuyas enfermedades los hacían susceptibles a la manipulación.
El avieso reportaje de The New York Times sólo muestra las fotos de dos de los supuestos 16 médicos informantes del periodista (uno viviendo ahora en Chile y otro en Ecuador). Sus únicas otras fuentes de información son el Alcalde opositor de una pequeña villa pesquera venezolana y un connotado participante en numerosos planes anticubanos:José Miguel Vivanco, director del programa para las Américas de Human Rights Watch.
En un magro ejercicio del periodismo que tanto dice defender, NYTimes se olvida del contraste de fuentes y no entrevista a ningún médico cubano en ejercicio en Venezuela, no habla con ningún paciente, no busca la opinión de la dirección de la Brigada Médica Cubana.
La objetividad no es necesaria cuando el claro objetivo propagandístico es alinearse con las fuerzas retrógadas que en Estados Unidos buscan, por cualquier medio, el cambio de régimen en Venezuela. Las mismas que quieren hacer ver al gobierno de Maduro, apoyado por millones de venezolanos, como un régimen que únicamente se sostiene por el apoyo del mando militar y del gobierno cubano.
Son las mismas fuerzas que promovieron el robo descarado del personal médico cubano por el mundo, con el desfachatado programa de Parole, que ahora Marco Rubio y otros pretenden reactivar, en su feroz y fracasada campaña anticubana.
No es extraño entonces que el Senador Marco Rubio haya salido ayer presuroso a tuitear el trabajo del señor Casey como muestra de la “decisiva influencia cubana en Venezuela”. O que se congénere Rick Scott haya puesto en su cuenta de Twitter, en español e inglés, “Utilizar la medicina como un arma política para intimidar a pacientes para que voten por el dictador de @NicolasMaduro es indignante, inhumano y repugnante. Donde vemos caos e inestabilidad en Am. Latina, también vemos las huellas del régimen de Castro. ¡Esto tiene que terminar!”.
Lo repugnante y lo que tiene que terminar es la mentira como práctica política y de comunicación en el imperio; lo que tiene que terminar es el pretendido intento desde Washington de imponer sus designios en el resto del mundo.
Ningún verdadero médico cubano niega el servicio y mucho menos arriesga la vida de un paciente para lograr fines políticos. No lo hacen en Cuba con los mercenarios financiados por Estados Unidos para intentar destruir a la Revolución, ni lo hicieron con los mercenarios que nos invadieron por la Ciénaga de Zapata en 1961; menos lo harán en el extranjero, a donde han acudido decenas de miles a brindar su solidaridad y su conocimiento.
Todo lo contrario, ha sido ejemplar la ejecutoria de los trabajadores de la salud cubanos en decenas de países del mundo, donde han salvado millones de vidas y han curado a otros millones de pacientes. Ninguna otra nación del planeta atiende a tantos pacientes fuera de sus fronteras. Su labor ha sido premiada por gobiernos, parlamentos, ONG y hasta la mismísima Organización Mundial de la Salud.
Desde que comenzó la colaboración médica cubana en Venezuela han trabajado allí más de 140 000 colaboradores de la salud. Gracias a ese esfuerzo, al finalizar el pasado 2018 se efectuaron 127 millones 168 mil consultas médicas en toda la nación sudamericana y a principios del 2019 se incorporaron dos mil nuevos médicos cubanos a la misión Barrio Adentro para fortalecer la atención sanitaria del pueblo venezolano.
En 55 años, Cuba ha cumplido 600 000 misiones internacionalistas en 164 naciones, en las que han participado más de 400 000 trabajadores de la salud, que en no pocos casos han cumplido esta honrosa tarea en más de una ocasión.
Flaco favor se hace The New York Times publicando estas piezas de propaganda al estilo gobbeliano. La extensa y admirable misión de los médicos cubanos por el mundo es mucho más poderosa que las groseras mentiras.
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