Por: Oneidys Hernández Vidal
Hepatitis: es hora de diagnosticar, tratar y curar. Así enfatiza la Organización Mundial de la Salud (OMS) la campaña de 2018 contra esta enfermedad, uno de los principales desafíos para la Salud Pública a nivel global y cuya eliminación está entre los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Datos recientes indican que las hepatitis virales (A, B, C, D y E) provocaron 1,34 millones de muertes en 2015, cifra que va en aumento en comparación con el comportamiento de los decesos por enfermedades como la tuberculosis y el VIH-SIDA. En tanto, la mayoría de los afectados carecen de acceso a las pruebas de detección y más aún a los tratamientos que podrían salvarles la vida.
Unir esfuerzos y establecer estrategias en materia de prevención, tratamiento y control es el llamado del organismo internacional sanitario para dar una respuesta integral que permita reducir la morbilidad y la mortalidad causadas por la afección.
En esta lucha, Cuba ha desarrollado un amplio trabajo con resultados palpables desde que en la década del 80 lanzara su primer programa a nivel nacional para el control de la enfermedad, lo que derivó –entre otras cosas– en la obtención de la vacuna recombinante contra la hepatitis B (Heberbiovac HB), un importante logro de la biotecnología cubana que ha permitido avanzar en la prevención, control y eliminación de la infección y sus complicaciones.
La presidenta de la Sociedad Cubana de Gastroenterología, Dra.C. Mirta Infante Velázquez, destacó que la incorporación del inmunógeno al esquema nacional de vacunación –13 millones 994 mil 872 dosis aplicadas desde 1992 hasta 2017 – ha permitido que la población menor de 36 años esté protegida y que por tanto, la hepatitis B en Cuba no sea un problema de salud.
“El paciente cubano con hepatitis crónica y cirrosis por virus B tiene a su alcance, además, los medicamentos que frenan la replicación del mismo: el Tenofovir, uno de los fármacos recomendados por la guía de expertos internacionales, así como la Lamivudina y el Interferón pegilado, el más reciente, producido por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), todos incluidos en el Cuadro Básico de Medicamentos”, señaló.
También ya está disponible la vacuna terapéutica recombinante HeberNasvac, otro resultado del CIGB, en este caso para la inmunoterapia activa contra la infección crónica por el virus de la hepatitis B, una vez establecida, y para la prevención de sus consecuencias potenciales como la cirrosis hepática, insuficiencia hepática crónica y hepatocarcinoma primario.
El desafío de la hepatitis C en Cuba
Nos queda la hepatitis C como la más prevalente y la más importante – apuntó la especialista –, entre otras cosas porque el 90 por ciento de los casos evolucionan a la cronicidad y puede seguir avanzando la enfermedad hasta la cirrosis y el cáncer hepático.
“Como pilares fundamentales para su tratamiento estuvieron la Ribavirina y el Interferón pegilado, fármacos producidos en Cuba a los que tuvo acceso un grupo importante de pacientes, pero solamente se lograba la curación en el 40-50 por ciento de los casos. Actualmente están disponibles en el mercado internacional los Antivirales de Acción Directa (AAD), que sí son curativos, pero altamente costosos”, explicó.
En estos momentos no se ha podido extender a todo el sistema de salud cubano el uso de estos medicamentos, cuya patente pertenece a un laboratorio de Estados Unidos, pero se desarrollan acciones como la reciente inscripción de Cuba en el fondo estratégico de la Organización Panamericana de la Salud, que incluye los fármacos contra la hepatitis C.
Agregó que la técnica del PCR (reacción en cadena a la polimerasa) que sigue la secuencia nucleotídica del virus, es una prueba también muy costosa pero ya en 2013 se introdujo para la asistencia en el laboratorio de Biología Molecular del Instituto de Gastroenterología de nuestro país, lo que constituyó un cambio importante en el diagnóstico de la hepatitis crónica.
Industria biofarmacéutica cubana, fortaleza en la lucha contra la hepatitis
La Dra.C. Mirta Infante, dentro de los especialistas cubanos dedicados a la Hepatología, destacó que en este devenir clínico los médicos cubanos han tenido la fortaleza de estar acompañados por la industria biofarmacéutica nacional, con la producción de la vacuna contra la hepatitis B (1989), los medicamentos y también de los marcadores virales, producidos por el Centro de Inmunoensayo.
Son ejemplos de este aporte los sistemas y reactivos disponibles en toda la red de hospitales y bancos de sangre cubanos para los estudios de detección del antígeno de superficie del virus B y de anticuerpos contra el virus C en muestras de sangre, suero o sangre seca sobre papel de filtro. Esta técnica también permite la pesquisa de donantes de sangre y embarazadas, control de grupos de riesgo y estudios de pacientes con hepatopatías.
Datos de 2017 indican que en estos laboratorios se realizaron ese año más de 714 mil 231 determinaciones de UMELISA HBsAg plus para estudiar la hepatitis B en donantes, gestantes y no donantes; y 673 mil 478 determinaciones de UMELISA HCV para estudiar la hepatitis C en donantes y no donantes.
“Cualquier cubano que necesite saber si es portador de cualquiera de estos virus, puede acudir a su médico de familia quien le indicará estos estudios porque son accesibles para todos, ya que están disponibles en toda la red de laboratorios SUMA instalados en cada uno de los municipios del país”, subraya la especialista.
En cuanto a los donantes, la Dra. Mirta Infante acentuó que a todos se les hace determinación de los virus B y C, medida que garantiza que la sangre sea segura y que se evite la transmisión por esta vía.
Se suma a este camino avanzado, la extensión de la red de diagnóstico con la apertura, desde finales del año pasado y en este 2018, de laboratorios de Biología Molecular que permiten la detección por PCR de los virus B y C en las provincias de Santiago de Cuba, Sancti Spíritus, La Habana y en el Banco Provincial de Sangre de la capital.
También exhibe logros la experiencia de trabajo de 25 años del programa de vigilancia de la transmisión vertical del virus de la hepatitis B, cuyos resultados ponen al país en condiciones de certificar la eliminación de la trasmisión madre-hijo, como ya lo hizo con el VIH.
Asimismo, en el caso del trasplante hepático, reconoció la notable labor de los especialistas del Hospital Clínico Quirúrgico “Hermanos Ameijeiras” y del Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (Cimeq), así como los del Hospital Pediátrico “Willian Soler”, aunque aclaró que en este último caso no son las hepatitis la principal causa de estas cirugías.
La presidenta de la Sociedad Cubana de Gastroenterología precisó finalmente que como sociedad están enfocados en fortalecer la preparación de los gastroenterólogos para el tratamiento adecuado de las complicaciones de la cirrosis hepática, incluida entre las principales causas de muerte en Cuba, convocando en este esfuerzo también a los internistas, intensivistas y cirujanos.
Aunque aún queda camino por andar en la batalla contra las hepatitis virales, los resultados indican que cada vez Cuba está más cerca de poder cumplir con este objetivo trazado por la OMS para 2030 y que los virus B y C dejen de ser una amenaza para la salud de los cubanos.
Coautora: Lic. Yeni Ortega Betancourt (Centro Virtual de Convenciones de Salud).
(Tomado de Infomed)
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