Pistas epidemiológicas de la COVID-19 en prescolares y escolares

Boletín Científico del Cimeq. 2020 Jul 13; 1 (18): 3-4

Laura Elena Alvaré AlvaréORCID iD icon, María del Carmen Luis ÁlvarezORCID iD icon , Julio César Hernández PereraORCID iD icon1.

1Centro de Investigaciones Médico Qurirúrgicas, La Habana, Cuba.

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Uno de los grupos poblacionales que ha llamado la atención durante la epidemia de la COVID-19 han sido los de edad pediátrica. Aunque son infrecuentes las complicaciones en este grupo, comparado con los adultos, no deja de preocupar por lo que representa en sí.

Ahora, aparecen nuevas evidencias científicas que son trascendentes en un afán de continuar descubriendo secretos relativos a la transmisibilidad del SARS-CoV-2.

Investigadores del Hospital pediátrico Ann & Robert H. Lurie Children’s, de Chicago, EE.UU., descubrieron que los niños menores de 5 años que padecieron la COVID-19 con estadios leves y moderados mostraron niveles mucho más altos de ARN viral en la nasofaringe, en comparación con niños mayores y adultos. Con ello, se pudiera pensar en la hipótesis de que este grupo etario puede mostrar mayor transmisibilidad del nuevo coronavirus, comparado con otros grupos de edad.

Esta última idea pudiera ser motivo de preocupación si se tuviera en cuenta, además, el usual comportamiento de estos niños y el estrecho contacto que se crean entre ellos en escuelas y guarderías.

Muchos se podrían preguntar el por qué se llega a este estudio después de haber avanzado un tiempo significativo desde el inicio de la pandemia causada por el nuevo coronavirus.

La razón se puede topar con la evidencia de que los primeros reportes no encontraron pruebas robustas de que los niños fueran contribuyentes importantes en la propagación del SARS-CoV-2. A estas preliminares pruebas se sumó el cierre rápido y sostenido de las escuelas y guarderías durante la pandemia en muchos lugares del mundo.

Pero a pesar de lo asegurado en el trabajo inicialmente presemtado y realizado en el hospital pediátrico de Chicago, junto a la inquietud de que los niños —sobre todo de edad prescolar— sean fuente importante de transmisibilidad del SARS-CoV-2, otra cosa está emergiendo como conclusión.

Después de medio año de estudios y gran cantidad de datos epidemiológicos acopiados durante esta pandemia, aún se sostiene la noción de que los niños tienen menos probabilidad de infectarse y parecen ser menos contagiosos.

Hasta el presente solo la congregación de adultos que incumplen los protocolos epidemiológicos —sobre todo relacionados con el distanciamiento físico y uso de nasobucos— son responsables de conducir a una curva ascendente de infección o la aparición de rebrotes.

Para llegar a esta conclusión nos podemos basar en lo publicado recientemente en la revista Pediatrics, la revista oficial revisada por pares de la Academia Estadounidense de Pediatría donde se realizó una revisión sistemática de este tema.

Se contempló una investigación guiada por miembros de la Facultad de la Escuela de Medicina de la Universidad de Ginebra donde se estudiaron los hogares de 39 niños suizos infectados con la COVID-19. El rastreo de contactos reveló que solo tres niños (8 %) se consideraron como caso «índice sospechoso»: Con aparición de síntomas de enfermedad previa en contactos domésticos de adultos.

En otro estudio, pero en esta oportunidad realizado en China, se siguieron contactos donde se demostró que de 68 niños con la COVID-19, ingresados en el Hospital de Mujeres y Niños de Qingdao entre los meses de enero y febrero de 2020, el 96 % eran contactos domésticos de adultos previamente infectados. Similar evidencia fue reportada en esta nación asiática donde nueve de cada diez niños ingresados en varios hospitales provinciales fuera de Wuhan contrajeron la COVID-19 a partir de un adulto: Solo se reportó una posible transmisión de niño a niño, según el momento del inicio de la enfermedad.

Otro reporte francés logró demostrar cómo un niño que enfermó con la COVID-19 expuso a más de 80 compañeros de clase a la enfermedad viral en tres escuelas. Ninguno lo contrajo.

Finalmente se podría referir lo reportado en Nueva Gales del Sur. Nueve estudiantes infectados por el SARS-CoV-2 y nueve miembros del personal de 15 escuelas expusieron a la enfermedad viral a un total de 735 estudiantes y 128 miembros del personal. Solo se produjeron dos infecciones secundarias, una de ellas transmitida por un adulto a un niño.

Todos estos resultados difieren ostenciblemente de lo reportado con la transmisión de otras enfermedades respiratorias, incluida la transmisión de la gripe, muy común en las escuelas.

No se incluyeron en este análisis lo reportado recientemente en Texas, EE.UU., donde se informó el aumento de casos entre adultos y niños de 883 centros de cuidado infantil (guarderías) de ese Estado norteamericano: Se reportaron 894 y 441 casos de la COVID-19 entre miembros del personal y niños, respectivamente.

Según los autores del artículo publicado en Pediatrics, de este reporte de Texas no se deden sacar conclusiones definitivas o convincentes, si se dejan de contemplar los detalles que rodearon estos brotes. En ese Estado existe una transmisión generalizada de la COVID-19 con muchos adultos que se congregan sin observar distanciamiento físico o usar nasobucos.

Teniendo en cuenta todos estos elementos, si bien aún se desoconce fidedignamente la dinámica del brote en Texas, es poco probable que los niños en las guarderías estén impulsando el aumento de la transmisión del coronavirus. Según las evidencias, es más loable que los adultos transmitan la infección a los niños en la gran mayoría de los casos.

Los autores concuerdan que el sostén de la noción de que los niños no son vectores significativos de la enfermedad concuerda con modelados matemáticos. Estos últimos muestran que el distanciamiento físico en toda la comunidad y la adopción generalizada del nasobuco son estrategias mucho más plausibles para reducir la propagación del coronavirus, y que el cierre de las escuelas tiene poco peso en la aparición de nuevos casos.

El suceso de que las escuelas se hayan reabierto en muchos países de Europa occidental y en Japón, sin ver un aumento en las transmisiones de la comunidad, confirma la precisión del modelado.

 

Bibliografía

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