Boletín Científico del Cimeq. 2020 Ago 10; 1 (18): 1-2
Julio César Hernández Perera.1
1Centro de Investigaciones Médico Qurirúrgicas, La Habana, Cuba.
Las alarmas se dispararon a un nivel máximo después que se anunciara en el transcurso del mes de julio del 2020 por diferentes medios de prensa la aparición en Da Nang, Vietnam, de una nueva cepa del SARS-CoV-2, mucho más agresiva. Todo esto ocurría después de tres meses sin registrar casos con la COVID-19 en el país asiático.
En el nuevo brote se identificaron 11 casos —dos en estado crítico— y llevaron a las autoridades vietnamitas a anunciar la evacuación de cerca de 80 000 turistas de esa ciudad, considerada, además, como un importante centro vacacional. Se suspendieron, asimismo, todos los vuelos regulares desde la urbe que tiene más de 1,1 millones de habitantes y considerada como la mayor ciudad portuaria del centro y sur de Vietnam.
Poco tiempo después de estas noticias se pudo conocer a través de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que la «nueva cepa» no era tan desconocida ni tan peligrosa, comparada con las que circulan por todo el orbe: Ya había sido observada en otros lares.
Hasta el presente el virus que causa la pandemia de COVID-19, el SARS-CoV-2, presenta al menos seis cepas. A pesar de sus mutaciones, el virus ha mostrado hasta el presente poca variabilidad; una buena noticia para los investigadores que trabajan en una vacuna efectiva.
Publicado recientemente en la revista Frontiers in Microbiology, estos datos pueden encontrarse en el estudio más extenso (hasta el presente) realizado sobre la secuenciación del SARS-CoV-2.
Llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bolonia, Italia, ellos se basaron en el análisis de 48 635 genomas de coronavirus aislados en laboratorios de todo el mundo. Un hecho que ha permitido, además, seguir la propagación y las mutaciones virales durante su propagación hacia todos los continentes.
La escasa variabilidad mostrada por el coronavirus presenta poca variabilidad: aproximadamente siete mutaciones por muestra. La gripe común tiene una tasa de variabilidad que es más del doble que los del nuevo coronavirus.
Esto significa que los tratamientos que se están desarrollando, incluida una vacuna, podrían ser efectivos contra todas las cepas del SARS-CoV-2.
La cepa original es identificada como L, que apareció en Wuhan a finales de diciembre del 2019. Su primera mutación reconocida, la cepa S, apareció a principios de 2020, mientras que, desde mediados de enero del 2020, se han distinguidos las cepas V y G.
La cepa G es la más extendida y mutó a las GR y GH a fines de febrero del 2020. En su conjunto estas representan aproximadamente el 74 % de todas las secuencias genéticas que se analizaron en esta investigación.
En este último grupo de han identificado cuatro mutaciones, dos de las cuales pueden cambiar la secuencia de la ARN polimerasa y las proteínas espiga del virus. Una característica que probablemente facilita la propagación del virus.
Las cepas G y GR son las más frecuentes en Europa e Italia. La cepa de GH parece casi inexistente en Italia, mientras que ocurre con mayor frecuencia en Francia y Alemania: Estas pruebas parecen confirmar la eficacia de los métodos de contención llevada a cabo en los últimos meses.
En América del Norte, la cepa más extendida es la GH, mientras que en América del Sur encontramos con más frecuencia la GR. En Asia, donde apareció inicialmente la cepa L, la propagación de las cepas G, GH y GR está aumentando. Estas cepas llegaron a Asia solo a principios de marzo, más de un mes después de su propagación en Europa.
A medida que progresa la enfermedad por el mundo, se ha visto cómo las cepas L y V están desapareciendo gradualmente.
Bibliografía
Mercatelli D, Giorgi FM. Geographic and Genomic Distribution of SARS-CoV-2 Mutations. Frontiers in Microbiology, 2020; 11 DOI: 10.3389/fmicb.2020.01800