Boletín Científico del Cimeq. 2020 Jun 29; 1 (15): 1-2
Julio César Hernández Perera1.
1Centro de Investigaciones Médico Qurirúrgicas, La Habana, Cuba.
Mientras que para los cubanos sea tranquilizador ver como si te enfermas tienes mayores probabilidades de no enfermar y muchas posibilidades de sobrevivir ante la COVID-19, en otros lugares, como los Estados Unidos, la salud es mirada como un negocio privado presto a despojar a los pacientes, carente de elementales principios éticos. De ahí es que se haya podido vislumbrar como en la actual pandemia en el vecino del Norte las respuestas a la pandemia hayan sido demoradas, ignorantes, discordantes y desordenadas: Estos hechos de seguro han suscitado más enfermos y muertes por el SARS-CoV-2.
Sin tener en cuenta las diferencias en los Sistemas de salud y las tendencias políticas se puede apreciar como en Cuba se afianzan sentimientos de cooperación y solidaridad, enlazados con los más necesitados. En Estados Unidos, sin embargo, se siembran en la sociedad el individualismo, el egoísmo y la desatención por sus semejantes.
Desde el inicio de la pandemia el mandatario norteamericano, Donald Trump, ha intentado minimizar el descalabro que vive su nación frente a la COVID. El mundo ha presenciado lo que ha sucedido en Estados Unidos, el golpe de la pandemia causada a la metrópolis neoyorquina ha sido difícil de esconder.
Se había vaticinado este desastre mucho antes de que se Nueva York se convirtiera en epicentro mundial de la pandemia. Más de una cuarta parte del total de los casos reportados (oficialmente) en la nación norteña tuvieron lugar en esa ciudad.
Otra realidad asociada a este drama y que nos puede ser difícil de asimilar por los cubanos es conocer que los más afectados son los pobres y las comunidades de bajos ingresos. Todo hace indicar que la mayor carga de la enfermedad en Norteamérica la llevan los negros y los latinos.
Se podría tomar como referencia a esta situación las conclusiones a las que llegaron investigadores del Beth Israel Deaconess Medical Center que fueron publicados el 29 de abril del 2020 en la revista norteamericana Journal of the American Medical Association (JAMA). En este artículo se denunciaron las ciclópeas desigualdades en las hospitalizaciones y muertes relacionadas con la COVID-19 en Nueva York entre comunidades pobres (generalmente negras y latinas) y ricas.
No es la primera vez que se muestran estas disparidades en la atención médica entre los cinco distritos neoyorquinos — Brooklyn, Bronx, Manhattan, Queens y Staten Island—. En esta oportunidad el Bronx, el distrito con la mayor proporción de negros y latinos, y con mayor densidad de personas que viven en la pobreza y tienen los niveles educacionales más bajos, mostró las tasas más altas de hospitalización y muerte relacionadas con la COVID-19.
¿Cómo se comportó Manhattan? Este distrito, el más rico que está compuesto por una población predominantemente blanca, mostró las menores tasas de hospitalización y muertes por la COVID-19.
Al comparar estos datos se pudo ver que el número de muertes por la COVID-19 por cada 100 000 habitantes fue casi dos veces mayor en el Bronx que en Manhattan.
Son realidades que debieran avergonzar a un mandatario responsable pero el actual presidente estadounidense en vez de preocuparse por los miles de coterráneos que enferman y mueren por la desidia de su gobierno y la incapacidad de su Sistema de Salud, opta, entre otras cosas, por jugar golf en medio de la pandemia, dar ridículos consejos como dejar de usar nasobucos, tomar lejía, «inyectarse rayos ultravioletas», sobornar a empresas farmacéuticas para disponer de posibles vacunas —desarrolladas en otros lugares— para solo ser utilizadas en los Estados Unidos y relegar al resto del mundo, entre otras muchas torpezas.
Ese presidente tampoco se resigna de ahogar a Cuba con un bloqueo cada vez más férreo, e intenta obstaculizar y opacar el ejemplo de la labor que despliegan los médicos cubanos en el mundo.
Sin abandonar la lucha interna por controlar la COVID-19, muchos trabajadores de la salud de Cuba han dado su paso al frente y en poco tiempo, se sumaron al Contingente médico internacionalista «Henry Reeve» para desafiar al SARS-CoV-2 en numerosos países del mundo; principalmente donde el coronavirus ha causado estragos y donde están los más pobres.
Hace dos años, la administración del magnate Trump, empezó una arremetida de diatribas y falsedades contra los programas médicos internacionalistas cubanos aludiendo que se forzaban a sus médicos y lucraba con ellos. Pero las pruebas son más que convincentes para, por un lado, apreciar el fracaso de la política desalmada norteamericana y neoliberal, y por otro lado, percibir la posición valiente contra esta pandemia y a favor de los más necesitados por parte nuestros trabajadores de la salud.
Después de ponderar estas pruebas los cubanos nos sentimos honrados de ser protagonistas de este mundo en el que nos formamos y pertenecemos, y ser abanderados, además, de una ética legítima.
Bibliografía
Wadhera RK, Wadhera P, Gaba P, Figueroa JF, Maddox KEJ, Yeh RW et al. Variation in COVID-19 Hospitalizations and Deaths Across New York City Boroughs. JAMA, 2020; DOI: 10.1001/jama.2020.7197
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