Entendemos por higiene ambiental aquellas actividades encaminadas a mejorar o mantener el estándar de las condiciones ambientales básicas que afectan el bienestar y la salud de las personas. Eso hace, por tanto, que se dedique a cuidar especialmente el aire, el agua, los recursos naturales, el suelo, la flora, la fauna y el ambiente físico, entre otros elementos. La higiene ambiental, por lo tanto, implica el cuidado de los factores químicos, físicos y biológicos externos a la persona. Se trata de factores que podría incidir en la salud: por lo tanto, el objetivo de la higiene ambiental es prevenir las enfermedades a partir de la creación de ambientes saludables.
La higiene ambiental también se encarga de terminar con las plagas; y es que contar con plagas de roedores o cucarachas, por ejemplo, puede ser un problema que derive en grandes focos de enfermedades. Evitar estos problemas pasa por adquirir una buena educación ambiental. Debemos inculcar a los más pequeños el peligro de este tipo de problemas y lo sencillo que puede resultar poner nuestro granito de arena para terminar con los problemas de suciedad en el aire, en el agua o en la tierra.
Los residuos sólidos que se generan en el hogar se pueden clasificar según su composición:
– Residuos sólidos biodegradables: son aquellos derivados de la alimentación y de la cocina, tales como sobras de alimentos y similares. No son un residuo contaminante ya que su degradación es bastante rápida.
– Materiales sólidos reciclables: en este grupo pueden clasificarse el papel, el vidrio, las botellas de plástico, las latas, metales, etc.
– Residuos sólidos inertes: son todos aquellos residuos procedentes de la construcción, escombros, piedras, ladrillos, etc.
– Residuos sólidos compuestos: principalmente son las prendas de vestir y algunos juguetes plásticos.
– Residuos sólidos peligrosos: suelen ser desechos tóxicos como medicamentos, aparatos electrónicos, bombillas y tubos de luz, fertilizantes, plaguicidas, pilas y baterías.
Consejos para mantener tu ciudad y el entorno limpio.
Recuerda que la vía pública y el entorno es nuestra casa común, y la limpieza de la misma es cosa de todos. Una ciudad limpia beneficia la calidad de vida de todos sus habitantes
Algunos sencillos consejos sobre buenas prácticas ambientales y de civismo conseguiremos entre todos transformar el aspecto y la higiene de nuestras calles, plazas, parques y jardines, así como de otros espacios públicos.
Consejos
1.- No tires desperdicios en la vía pública porque por ella circulamos todos y no resulta agradable ir pisándolos.
2.- Utiliza siempre las papeleras públicas, contenedores u otros recipientes para depositar los residuos sólidos (la basura).
3.- No arrojes chicles, excrementos de mascotas ni esputos, entre otros, a la vía pública ya que representan un foco de contaminación microbiológica que puede acarrear enfermedades y atraen a insectos y vectores como las moscas y mosquitos.
4.- No arrojes al suelo desperdicios como cáscaras, colillas, envoltorios, latas de refrescos, etc., ya que una vez esparcidos por el pavimento, aunque sea de tierra, dan aspecto de suciedad y desorden y tardan mucho tiempo en descomponerse si no se recogen.
5.- Deposita tu bolsa de basura siempre en el interior de los contenedores habilitados al efecto, justo antes de que pase el servicio de recogida, nunca después, así evitarás malos olores en la calle.
6.- Realiza la gestión de tus restos de poda, construcciones, así como de muebles y enseres, solicitando el servicio previo a comunales y no los abandones en la calle.
7.- Cuida los espacios verdes, no tirar los residuos ocasionales.
8.- No genere ruido en los diferentes escenarios, en la casa, el trabajo, la vía y lugares de recreación ya que el mismo puede ocasionar tensiones psíquicas y emocionales.
9.- Utiliza los servicios sanitarios, excusados o letrinas, evita el fecalismo al aire libre.
La principal causa de la contaminación ambiental es el hombre.
Por tu salud, cuida la higiene ambiental.
“Juntos por un Medio Ambiente Sano y Equilibrado”