La historia marca el 11 de mayo de 1873 como una jornada fatídica para los cubanos, ese día perdió la vida El Mayor. El hecho ocurrió en el Potrero de Jimaguayú, donde según estudios realizados, se confirmó que tenía lugar un combate, no una simple escaramuza, como se ha afirmado. Agramonte debió decidir ponerle fin intentando una carga sorpresiva contra uno de los flancos, acompañado por un corto número de jinetes (acción recurrente en su actuar). Quiso el azar que fuera alcanzado por una bala en su sien derecha que le provocó una muerte instantánea. Desafortunadamente en ese momento los nuestros no encontraron su cuerpo. Los españoles, al día siguiente después de exhibirlo, lo cremaron en leña bañada de petróleo. El destino de sus cenizas tiene versiones divididas, lo que permanece imperecedero es su ejemplo, su imagen que hacía temblar al enemigo incluso siendo un cuerpo sin vida, y su amor por Amalia.
Camagüeyano glorioso, mereció desde bien temprana su incorporación a la Guerra el Grado de Mayor General porque demostró ser un excelente estratega militar, apegado al orden y la disciplina, exigiendo con el ejemplo. Hizo mucho en poco tiempo, grandes hazañas dentro de las que no se puede dejar de mencionar el rescate del brigadier Julio Sanguily. Muchos a lo largo del tiempo han reconocido su valía, otorgándole diversos calificativos, dentro de los que sobresale, “Diamante con alma de beso“, denominación concedida por nuestro apóstol José Martí.
Fuente:
http://www.cubadebate.cu/especiales/2018/05/12/archivo-cd-la-muerte-de-el-mayor-causas-y-azares/