La cirrosis hepática es una enfermedad crónica generalizada e irreversible. Representa la etapa final de numerosas enfermedades que afectan al hígado. A finales de 2017, era la undécima causa de muerte más común, con una pérdida de 41,4 millones de años de años de vida ajustados por discapacidad, lo que representa el 2,1% del total de años de vida perdidos en la carga de mortalidad mundial.
En Cuba, la cirrosis y otras enfermedades hepáticas crónicas se encuentran entre las 10 principales causas de muerte durante varias décadas, y sus tasas aumentan constantemente, de 576 muertes en 1970 (6,7 por 100.000 habitantes) a 1738 en 2017 (15,5 por 100.000 habitantes), con un riesgo de muerte que es 4,6 veces mayor en los hombres.
Se realizó un estudio ecológico de series temporales de 1987 a 2017 utilizando información obtenida de la base de datos de mortalidad de la Oficina de Registros Médicos y Estadísticas de Salud del Ministerio de Salud Pública de Cuba. El universo de estudio consistió en todas las personas fallecidas en el país cuya causa subyacente de muerte fue la cirrosis hepática. Tanto las tasas de mortalidad general como la mortalidad específica se calcularon por grupo de edad, sexo y clasificación etiológica utilizando tasas ajustadas y brutas. Las tasas se ajustaron por edad utilizando el método directo y la población del Censo de Población y Vivienda de 2002 se consideró como población estándar. También se calcularon porcentajes y medias según las variables seleccionadas y el riesgo relativo de muerte por la enfermedad según sexo, grupo de edad y etiología.
Como resultados del estudio se llegó a la conclusión de que la tasa bruta de mortalidad por cirrosis hepática fue de 9,0 por 100.000 habitantes para el período. Las personas de 75 años o más tenían el mayor riesgo de muerte (48,3 por 100.000 habitantes). Las tasas de mortalidad bruta y ajustada fueron casi el doble para los hombres (12,4 frente a 5,6 y 11,7 frente a 5,6 por 100.000 habitantes, respectivamente), al igual que el riesgo relativo total de muerte, que fue 2,2 veces mayor (10,8 para cirrosis alcohólica y 1,5 para cirrosis no alcohólica). La cirrosis no alcohólica representó el 71,6% de las muertes. A finales de 2017, el riesgo de muerte por cirrosis había aumentado a 14,8 por 100.000 habitantes (tasa ajustada: 10,6 por 100.000 habitantes), una señal de que la mortalidad había aumentado progresivamente durante los 31 años analizados. Además, las previsiones predicen que las tasas de mortalidad seguirán aumentando gradualmente hasta llegar a 19,2 por 100.000 habitantes en 2025.
Las muertes por cirrosis hepática constituyen una carga de salud sustancial en Cuba. La tendencia al alza y el pronóstico, además del mayor riesgo de mortalidad en hombres y adultos mayores, son similares a los reportados internacionalmente. Debe estudiarse más a fondo el hallazgo de que la mayoría de estas muertes se deben a cirrosis no alcohólica, ya que la formulación de estrategias eficaces de salud pública depende en gran medida de lograr una mejor comprensión de la etiología, progresión y determinantes sociales de la enfermedad.
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Autor: DrC. Plácido Pedroso