En 1994 la Organización Mundial de la Salud declaró el 21 de septiembre como el día mundial del Alzheimer, fecha que constituye una oportunidad para demostrar que hay un número creciente de personas en todo el mundo trabajando juntos para mejorar la vida de las personas con demencia.
La OMS calcula que entre 6,5% y 8,5% de las personas mayores de 60 años en el continente americano sufren algún tipo de demencia, una tendencia que podría duplicarse en 20 años, afectando a 14,8 millones de personas en 2030. Esta enfermedad es la que mayor aporta al indicador de años vividos con discapacidad (11,2 %).
En Cuba, la demencia es la primera causa de discapacidad en adultos mayores, y es la mayor contribuyente de dependencia, necesidades de cuidado, sobrecarga económica y estrés psicológico en el cuidador. En el país la prevalencia de síndrome demencial, según los diferentes estudios publicados se sitúa entre 6,4 y 10,2 % en la población de 65 años y más, con un predominio en el sexo femenino y la enfermedad de Alzheimer constituye su causa más frecuente seguida por las demencias vasculares. Si tenemos en cuenta el acelerado envejecimiento de la población cubana, se estima que la cifra de personas con enfermedad de Alzheimer u otro tipo de demencia, debe incrementarse en los próximos años.
El alzhéimer es un tipo de demencia neurodegenerativa que no tiene cura. Es una enfermedad que avanza lentamente con la pérdida progresiva de la memoria y termina con daño cerebral severo que repercuten en el normal desenvolvimiento del individuo en su medio familiar y social. Los síntomas de esta enfermedad son pérdida de la memoria, repetición de preguntas y frases, falta de criterio, no recordar dónde se dejan los artículos, cambios de ánimo y de personalidad, confusión, delirios y paranoia, pérdida de peso, dificultad para masticar, aumento del sueño y pérdida de control en los esfínteres, entre otros.
La edad avanzada, la historia familiar y la genética son los mayores factores de riesgo no modificables para esta enfermedad. Según la Asociación de Alzheimer, las condiciones inducidas por el estilo de vida que dañan el corazón o los vasos sanguíneos, como la presión arterial alta, diabetes, colesterol alto y enfermedades del corazón, también pueden contribuir a la aparición de la enfermedad, por ello existe un interés creciente en la investigación científica para profundizar en aquellos factores que son modificables.
Un ambiente de elevado riesgo contribuye a la expresión clínica o comienzo más temprano de la enfermedad, por tanto, la prevención en demencias, debe estar dirigida a disminuir factores ambientales y con ello demorar la aparición de los síntomas.
Existe una fuerte evidencia basada en estudios poblacionales que apoyan los beneficios potenciales de una disminución del riesgo con una mejor salud cardiovascular (detección y tratamiento de diabetes e hipertensión arterial, reducción de los niveles de obesidad e hiperlipidemias, abandono del fumar), mayor educación y niveles de actividad física. Apuntando cada vez con más solidez a que ciertos factores de riesgo para padecer Alzheimer sí son modificables.
Actuar para la adopción de estilos de vida saludables está en nuestras manos y así reducir la probabilidad de que se manifiesten los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
Algunos consejos para fortalecer nuestra salud y reducir el riesgo de padecer Alzheimer:
- Es importante dejar a un lado los excesos, no fumar, mantener un peso saludable, procurar un sueño reparador y evitar el estrés crónico.
- Adopta una dieta que asegure el aporte de nutrientes necesario y equilibrado, además de ser adaptable a las distintas condiciones médicas.
- Incorpora la actividad física en tu vida cotidiana. Además de los beneficios de practicar cualquier deporte adaptado a nuestros gustos y posibilidades, hay otras opciones para incorporar la actividad física en nuestra vida cotidiana.
- Mantén la actividad cognitiva y social. Es clave mantener activo nuestro cerebro y trabajar nuestra reserva cognitiva, por ejemplo, con retos mentales, que nos supongan un cierto esfuerzo, y con nuevos aprendizajes. Además, es importantísimo no abandonar las relaciones sociales. La actividad social nutre la actividad cognitiva cerebral y puede alejarnos de algunas patologías mentales perjudiciales para la salud del cerebro.
Otras actividades diarias que son excelentes para la acumulación de la experiencia y la estimulación de las capacidades mentales a lo largo de la vida son:
- Leer. Es una de las actividades más reconocidas para favorecer la estimulación cognitiva. Además de aportarnos conocimientos, la lectura es una actividad estupenda para favorecer la concentración, ejercitar la memoria y alimentar la imaginación.
- Jugar. Aparte de ser una excusa perfecta para disfrutar con familia y amigos, los juegos de mesa son una buena herramienta para entrenar distintas habilidades cognitivas. Así, en función de las características del juego, se estimulará el cálculo, la memoria reciente, la lógica, la capacidad de planificación, el vocabulario o la creatividad, entre otras capacidades.
- Aprender. Como bien dice el refranero, el saber no ocupa espacio. Aprender cosas nuevas favorecerá nuestra actividad cognitiva. Aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento musical, asistir a clases o charlas de cultura general o perfeccionar nuestras dotes en la cocina son algunos ejemplos.
- Ponerse a prueba. Todos los días podemos proponerle un reto a nuestro cerebro. Algo que requiera un poco de esfuerzo, como por ejemplo resolver un crucigrama.
- Cambiar las rutinas. Añadir rutinas nuevas al día a día, o variar las habituales, contribuye a crear nuevas conexiones neuronales. Puedes probar a elegir otra ruta para ir al trabajo, cambiar la organización de las gavetas o utilizar los cubiertos con la mano contraria.
Es importante recordar que, para mantener nuestro cerebro sano, hemos de controlar también los factores de riesgo cardiovascular, cuidar nuestra alimentación, hacer ejercicio físico y cultivar las relaciones sociales.