Cada mes de septiembre es habitual ver los preparativos para iniciar un nuevo curso escolar. Pero en este 2020 la prioridad fundamental es preservar la salud y la vida de todas las personas y las comunidades ante la amenaza que continúa siendo la pandemia de Covid-19.
De esta forma la decisión de reiniciar las actividades docentes responde a una mirada múltiple, en la que inciden criterios de salud, educativos y sociales, en los que siempre debe primar el bien común y el interés de los estudiantes y profesores. La decisión de recomenzar el curso escolar en Cuba no ha estado excepta de polémica pues, por lo sensible del asunto, es lógico que despierta opiniones diversas y, a veces, encontradas.
En la mayor parte del territorio nacional el curso ha recomenzado, ciertamente de una manera atípica, pues los estudiantes deben todavía vencer los contenidos del periodo anterior no concluido en el tiempo normal. En los territorios donde las condiciones epidemiológicas no son estables y seguras, se decide posponer este momento hasta que el contexto lo permita.
Pero podríamos preguntarnos – ¿Por qué es tan importante ahora recomenzar este curso escolar? La respuesta obvia seria que es útil que los estudiantes aprendan contenidos útiles para su vida futura, pero este solo es un aspecto de una realidad mucho más compleja.
La vuelta a la escuela se presenta en este momento como una fase alentadora y positiva: como un paso, donde sea posible, que nos devuelve a esa ansiada normalidad, a la vida estable que necesitamos y a esas seguridades que conocemos desde siempre, y que también extrañamos.
Es lógico que esta vuelta a clases puede generar preocupación en muchos padres, pues la posibilidad de contagio por la enfermedad siempre puede estar latente. De ahí la importancia de incorporar a los hábitos de los niños las medidas de prevención básicas que son: la higiene constante de las manos, el uso del nasobuco y el distanciamiento físico. Le corresponde a la escuela crear todas las condiciones logísticas y organizativas para que estas medidas se cumplan, pero la familia también es imprescindible como transmisor y modelo de estas prácticas.
Otro elemento que puede ayudar a que los familiares de los estudiantes no se sientan desconfiados en este momento, es la certeza de que esta es una decisión a la que se ha dotado de la suficiente flexibilidad, pues cada centro deberá adaptarse a la situación sanitaria de su territorio y tomar las decisiones que garanticen la seguridad de sus estudiantes.
Un aspecto medular al analizar la vuelta a clases es que los niños también se ven obligados a enfrentar el estrés que genera la crisis actual, justo como deben hacerlo también los adultos, pero de una manera diferente, adaptada a su situación evolutiva y cronológica. Para garantizar la salud optima de los niños y jóvenes también se debe velar por su situación de salud mental y por la generación de entornos que le sean seguros y estimulantes, como lo es la escuela en primer lugar.
En las primeras etapas de la vida es vital el papel de la socialización con otras personas de su edad que permite transmitir y adquirir habilidades sociales y emocionales que acompañaran el resto de la vida. Este es la razón fundamental de la escuela: más que enseñar contenidos o materias, es constituir un entorno generador del desarrollo y ser un vehículo de formación de valores positivos en los individuos. No se le puede negar esta posibilidad a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, solo se le deben crear todas las condiciones para garantizar su seguridad.