La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), decidió designar el 13 de octubre de cada año “Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres” con el propósito de concienciar a los gobiernos y a la población para que tomen medidas encaminadas a minimizar estos riesgos. Los desastres naturales son eventos que pueden tener consecuencias devastadoras para las comunidades y las personas que los experimenten. Aunque es imposible eliminar por completo el riesgo de desastres, la prevención y la preparación pueden mejorar en gran medida la resiliencia de las comunidades locales. El tema de este año 2025, es “Invertir en la resiliencia, no en desastres”.
Los eventos extremos como terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis, así como los hidrometeorológicos, pueden desencadenar desastres cuando se combinan con la vulnerabilidad y las medidas inadecuadas para mitigar sus impactos. Estos eventos afectan a millones de personas cada año en todo el mundo. Sin embargo, el impacto de los riesgos naturales puede reducirse mediante medidas y planificación proactivas para analizar y reducir sus factores causales.
Para proteger a la población de tales fenómenos, los países deben tener en cuenta sus vulnerabilidades y necesidades, a la hora de desarrollar estrategias nacionales y locales de reducción del riesgo de desastres. El empoderamiento de los individuos y comunidades, debe realizarse a través de la educación, puede equiparlos para protegerse a sí mismos y convertirse en agentes de cambio en sus familias y comunidades, al compartir lo que han aprendido. Esto es especialmente pertinente en el contexto del esfuerzo mundial por ampliar los sistemas de alerta temprana en el marco de la iniciativa Alerta Temprana para Todos del Secretario General de las Naciones Unidas.
En Cuba desde el 1997, se incluyó en el marco legal el concepto de Reducción de Desastres, entendiéndose como el conjunto de actividades preventivas, de preparación, respuesta y recuperación, que se establece con la finalidad de proteger a la población, la economía y el medio ambiente, de los efectos de estos eventos adversos, donde el país ha ganado un alto reconocimiento internacional por su modelo de protección contra desastres.
Los aspectos más importantes que lo caracterizan son: la voluntad política del gobierno; la creación un sistema que abarca todos los niveles de gobierno e institucional; un sistema de medidas de defensa civil que involucra, coordina y define el papel que le corresponde a los órganos y organismos estatales, las entidades económicas e instituciones sociales en relación con el cumplimiento de las medidas de la defensa civil.
Se cuenta en el país con una gran fortaleza en la prevención, control y enfrentamiento a las consecuencias negativas de los desastres naturales, como es el Sistema Nacional de la Defensa Civil, materializado en los Consejos de Defensa Nacional (CDN), Provinciales (CDP), Consejos de Defensa Municipales (CDM) hasta nivel de Consejos Populares, además en el 2017 surge el Plan de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático conocido como la Tarea Vida, la que regula las estrategias y acciones para la adaptación y mitigación para alcanzar la resiliencia frente a estos eventos naturales.
Debemos lograr un cambio decisivo: invertir en resiliencia ahora para evitar pagar los desastres más tarde.
Siempre alertas y preparados.