
La Cañandonga (Cassia grandis L), es un árbol ornamental que alcanza gran altura, con follaje verde oscuro, flores en ramilletes de color salmón, vainas de hasta 50 cm de longitud, madera resistente. Su fruto desprende un olor penetrante característico, al madurar. Crece silvestre en los campos del Oriente de nuestro país y tiene propiedades que van desde combatir la anemia hasta la elaboración de licores. Esta especie es un símbolo de la medicina tradicional y de la cultura popular de Cuba, su existencia se extiende además, por Centroamérica y el norte de Sudamérica. En Colombia y Venezuela se le llama Carao o Guamúchil.
Mucho más que un árbol frondoso de la familia de las leguminosas, la misma representa para los cubanos, un patrimonio natural multifacético: desde un recurso medicinal ancestral hasta un elemento de la cultura gastronómica y hasta coloquial. Mientras la ciencia explora sus compuestos bioactivos, las abuelas preparan jarabes para subir la hemoglobina y los jaraneros bromean con su nombre para referirse al aguardiente barato.
Tiene múltiples beneficios, se utiliza como antianémico: su pulpa se consume en batidos con leche (para disfrazar su sabor) o en infusiones para aumentar el hierro, especialmente en embarazadas. Además es multifuncional sus hojas y frutos se usan como antisépticos, laxantes, diuréticos y hasta afrodisíacos. La raíz trata fiebres y la corteza: cicatriza heridas. Su batido, es un ícono oriental: la pulpa se mezcla con leche y azúcar, creando una bebida espesa de sabor similar al chocolate. El truco: remojar la pulpa para reducir su olor.
Receta rápida:

1. Extraer pulpa de 2-3 vainas (evite las semillas).
2. Remojar en agua 10 min.
3. Licuar con leche y azúcar.
4. Colar y servir frío.