Natalicio de Finlay y Día de la Medicina Latinoamericana

El doctor Carlos Juan Finlay formula una nueva concepción acerca del contagio basada en el papel de los vectores en la trasmisión de enfermedades, nunca antes esto había sido expuesto; ni se había avalado experimentalmente, la posibilidad de que los insectos sirviesen de entes transmisores de microorganismos patógenos. Ninguno de los estudiosos que concurrieron aquel 14 de agosto de 1881 a la sala de actos de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, impugnó los puntos expuestos por Finlay en la teoría del mosquito Aedes aegypti como agente trasmisor de la fiebre amarilla ni se mostró de acuerdo con ellos. El silencio fue la única respuesta a una concepción que no solo posibilitaría a la postre la erradicación del entonces llamado “vómito negro”, sino que abrió un nuevo capítulo en la historia de la medicina tropical.

Tuvo que esperar más de treinta años para que se comprobara oficialmente su descubrimiento y se pusieran en prácticas las medicas sanitarias que recomendó para la erradicación del vector. El XV Congreso Internacional de Historia de la Medicina (1956) estableció de manera definitiva que “a Carlos J. Finlay, de Cuba, y solo a él, corresponde el descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla y a la aplicación de su doctrina, el saneamiento del trópico”, algunas entidades extranjeras, esencialmente norteamericanas, trataron de escamotearle la paternidad de su concepción. De ahí que uno de sus biógrafos afirme que Finlay es un hombre envuelto en una polémica permanente.

No solo fue esa la única rama de la medicina donde descolló. Fue un oculista eminente y un internista consumado y resultaron significativos sus aportes en enfermedades tropicales como el bocio exoftálmico, la lepra, la filaria, la triquinosis, el beri-beri y el cólera, así como sus estudios en el campo de la parasitología.

Durante la primera intervención norteamericana en Cuba, nunca se mostraron partidarios de reconocer a Finlay la paternidad del descubrimiento, en caso de que llegase a corroborarse su teoría. Ante los ojos del mundo entero el gobierno de Estados Unidos quería hacer pasar su intervención en Cuba como una obra humanitaria y civilizadora, no militar. Nada se prestaba mejor a ese propósito que hacer creer que el saneamiento del país con el combate del mosquito y la erradicación de la fiebre amarilla era colofón únicamente de sus “humanitarios” y “civilizadores” desvelos.

Finlay reaccionó vigorosamente ante la usurpación y los más distinguidos profesionales de su tiempo lo secundaron, así como antes se negaron a creer en sus planteamientos. Pronto la gloria del médico rebasó nuestros límites territoriales y el reconocimiento universal llegó al sabio cubano. A partir de 1909 dejaron de registrarse en Cuba casos de esa enfermedad. La aplicación de las recomendaciones del médico cubano posibilitó el saneamiento del trópico con el ahorro consiguiente de vidas humanas en Panamá, Brasil, el sur de Estados Unidos y otras regiones.

El 25 de mayo de 1981 la UNESCO instituyó por primera vez el Premio Internacional Carlos J. Finlay, para reconocer avances en Microbiología, e incluyó al sabio en su revista como uno de los seis microbiólogos más destacados de la historia mundial. Para conmemorar esta fecha, en Cuba se desarrolla una Jornada de Homenaje al Trabajador de la Salud, entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre. El 3 de diciembre se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana, coincidiendo con su natalicio.

Tomado de: Bianchi, C. (28 de febrero de 2007). Finlay. wwwcirobianchi.blogia.com/…/022801-finlay.php