El doctor Carlos Juan Finlay formula una nueva concepción acerca del contagio basada en el papel de los vectores en la trasmisión de enfermedades, nunca antes esto había sido expuesto; ni se había avalado experimentalmente, la posibilidad de que los insectos sirviesen de entes transmisores de microorganismos patógenos. Ninguno de los estudiosos que concurrieron aquel 14 de agosto de 1881 a la sala de actos de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, impugnó los puntos expuestos por Finlay en la teoría del mosquito Aedes aegypti como agente trasmisor de la fiebre amarilla ni se mostró de acuerdo con ellos. El silencio fue la única respuesta a una concepción que no solo posibilitaría a la postre la erradicación del entonces llamado “vómito negro”, sino que abrió un nuevo capítulo en la historia de la medicina tropical. Leer más
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