Cada 25 de noviembre se celebra el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con la finalidad de visibilizar un tema tan urgente por su alta incidencia en diversos contextos y países. Esta iniciativa es promovida por la Organización de Naciones Unidas desde el año 2000, y se escogió dicha fecha para honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana, asesinadas en 1960. Esta conmemoración busca, también, involucrar a los gobiernos, organizaciones internacionales e iniciativas civiles a coordinar acciones que eleven la conciencia pública para eliminar todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres.
La violencia como acto individual y social es tan antigua como la especie humana misma, si se entendiera que este fenómeno es privativo solo de nuestra historia evolutiva. En todas las culturas primigenias existen referencias directas a hechos cruentos o agresivos que denotan enfrentamientos en torno a motivos tan diversos como el rescate del honor perdido, o la expansión de grandes imperios, casos que nos suenan a rupturas del equilibrio de poder, cambios de hegemonía o movimientos sociales. En fin, la visibilizacion actual de la violencia como tema de las agendas de gobiernos, o foco de la atención y el debate social, no responde a un problema que no haya contemplado antes la luz del sol.
En la génesis causal de cada historia o experiencia de violencia es distintiva el uso intencional de la fuerza o el abuso de poder para dominar a alguien o imponer algo. De esta forma siempre existirá un perpetrador que busca imponerse y una víctima depositaria de este desequilibrio, que es arrastrada a un ciclo que perpetua la desigualdad y el abuso. Las áreas de incidencia de la violencia son múltiples y afectan a poblaciones y conglomerados de personas con situaciones similares e historias comunes, por ejemplo: la violencia de género, cuando el abuso de poder, se da por el mero hecho de pertenecer a un sexo y no a otro.
La violencia basada en género es un problema generalizado y sistémico que, muchas veces es naturalizado e invisibilizado. Se puede producir en cualquier etapa de la vida de las mujeres y en toda su diversidad. Esto tiene consecuencias negativas para la salud, la dignidad, la seguridad y la autonomía de las víctimas, con impactos negativos para las familias, comunidades y todo el entramado social.
En Cuba, la Encuesta Nacional de Igualdad de Género de 2016, registró que el 26,7% de las mujeres entre 15 y 74 años, declararon haber sido víctimas de violencia en el contexto de las relaciones de pareja, en los últimos 12 meses de su vida. Mientras el 39,6 % de las mujeres encuestadas expresaron haber sufrido violencia en sus relaciones de pareja en otros momentos de su vida.
En nuestro país la existencia de un Plan de adelanto de la mujer, articula las diversas estrategias y acciones de los sectores de la vida política y social del país en un interés común que busca promover la equidad en temas de género y posibilitar la defensa de los derechos de cualquier mujer en situación de desventaja. Aunque es un tema en el que se ha avanzado, todavía quedan múltiples áreas candentes, sobre todo por los rezagos de la cultura machista y patriarcal que pasa de una generación a otra, y está en la génesis de los comportamientos y los estilos de relación entre las personas.
Todos estamos llamados a colaborar en la educación de individuos para que sean más abiertos y consientes del respeto que todos merecen y del valor de la inclusión y la defensa del derecho que no son privativos de ningún género u opción sexual.
Lic. Giovani Leal Luque