Tabaquismo: una amenaza para el medio ambiente

En este 2022 el propósito de la celebración, el 31 de mayo, del día mundial sin fumar se fija en llamar la atención de la comunidad internacional sobre los daños del tabaco al medio ambiente. Con la intención de sensibilizar y movilizar a la acción, el Programa de Prevención y Control del Tabaquismo en Cuba se vale de mensajes concretos relacionados con la prevención de esta adicción, pero que también favorecen el cuidado del planeta, porque vivir sin fumar contribuye a conservar nuestro entorno.

Esta afirmación se sustenta por las evidencias que muestran los daños del tabaco. A lo largo de los años, mucha ha sido la información divulgada sobre sus perjuicios para la salud, sin embargo, su consumo no solo es nocivo para las personas que lo practican o las que inhalan el humo y los residuos que quedan en el entorno, sino que también afecta al medio ambiente, siendo esta una razón más para dejar de fumar. El bienestar humano y  animal son interdependientes y están ligados a la salud de los ecosistemas en los que existen, por tanto, reducir la liberación de los desechos del tabaco que contaminan el ambiente, también ayuda a salvar al planeta.

Las colillas de cigarro, que pueden parecer indefensas, representan entre el 30 y el 40 % de los residuos recogidos en actividades de limpieza urbana y costera: cerca de 10 mil millones de ellas son desechadas cada día.  De acuerdo a la organización Ocean Conservancy, este acto puede contaminar hasta 50 litros de agua potable, ya que el filtro conserva la mayoría de las sustancias tóxicas, que se elevan a más de 7 000 , entre las que se incluyen: nicotina, alquitrán, arsénico, plomo, cadmio, e hidrocarburos poliaromáticos, por solo mencionar algunas.

Esto nos alerta que: los filtros de los cigarros no son biodegradables y las sustancias nocivas que se acumulan en estos son liberadas al entrar en contacto con el agua de los mares, ríos y lagos, impactando de manera negativa en la biodiversidad. Los peces y animales las confunden con comida y las tragan provocando muchas veces su muerte, alterándose así el ciclo ecológico del planeta y sus ecosistemas.

Por otra parte, algunos consumidores tiran sus colillas en lugares inadecuados, lo que ocasiona un gran número de incendios forestales que dañan irreparablemente al medio ambiente. También son una importante causa de incendios en hogares poniendo en riesgo la vida y la salud de todos.

Según reportes de la Asociación Española Contra el Cáncer, se estima que los consumidores de tabaco producen 225 mil toneladas de dióxido de carbono cada año, esto equivale aproximadamente a las emisiones producidas por 12 mil autos que realizaran recorridos de 10 mil kilómetros, lo que pone en evidencia que el humo de tabaco afecta de forma directa la calidad del aire, aumentando los niveles de contaminación por contener tres tipos de gases de efecto invernadero. Los productos químicos usados en el cultivo de la planta disminuyen la fertilidad del suelo, aumentan la erosión, conduciendo a la deforestación, esta deforestación contribuye al aumento de emisiones de dióxido de carbono, al cambio climático, a la pérdida de biodiversidad, a la desertización y altera el ciclo del agua.

Otro efecto nocivo tiene que ver con el uso de pesticidas y otros contaminantes orgánicos persistentes, prohibidos en países desarrollados y con efectos directos en la salud, cuando existe una exposición continuada, incluso en quienes no lo cultivan directamente. Algunos de estos efectos son trastornos en el nacimiento, tumores, cambios genéticos, desórdenes endocrinos, sanguíneos, neurológicos y psiquiátricos.

Para combatir este efecto medioambiental, se requieren estrategias sólidas y mantenidas, pero la toma de conciencia es la acción más importante que podemos realizar, lo que incluye promover la reducción del consumo de tabaco, como un elemento fundamental que permitirá el avance para el logro del conjunto de Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La magnitud de esta adicción como problema de salud global, es tenida en cuenta por el programa cubano de prevención y control del tabaquismo, que dirige su trabajo dando prioridad a la promoción y creación de ambientes 100% libres de humo, así como buscar brindar ayuda y tratamiento a las personas fumadoras que desean abandonar la adicción. La labor educativa está enfocada principalmente hacia la adolescencia temprana para evitar el inicio precoz en el consumo; siendo vital en ello el empleo de acciones para sensibilizar y educar desde la familia, la escuela y otros escenarios. En esta etapa de la vida se favorecen el desarrollo de habilidades personales como: el autocuidado, autocontrol, el manejo de problemas y situaciones estresantes, que siempre permitan optar por decisiones saludables, lejos del consumo de cigarrillos.

 

Dra. Elba Lorenzo