El envejecimiento de la población a nivel mundial, representa uno de los cambios demográficos más acelerados y demandantes de acciones concretas en políticas públicas en salud que garanticen las condiciones óptimas para propiciarlo, que conlleven consigo el mejoramiento de la calidad de vida, tanto de índole biológico, físico, emocional como los relacionados con roles sociales (OMS, 2015). Trabajar en pro de esas acciones es algo que concierne a todos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en el 1998, definió el envejecimiento saludable como un proceso político y social global que abarca no solamente las acciones dirigidas directamente a fortalecer las habilidades y capacidades de los individuos, sino también las dirigidas a modificar las condiciones sociales, ambientales y económicas. También lo contextualiza como ese proceso de fomentar y mantener las capacidades funcionales para propiciar el bienestar en las personas adultas mayores. Asimismo, enfatiza cuatro esferas de acción prioritarias: la adaptación de los sistemas de salud para la atención de esta población, la conformación de sistemas de cuidados a largo plazo, la creación de entornos amigables y la mejora de la medición, monitoreo y comprensión.
Para lograr que se llegue a esta etapa de la vida en el mejor estado, se ha considerado en las últimas décadas el tema de la estimulación cognitiva (la memoria, el lenguaje, la atención-concentración, la función ejecutiva, la orientación y la capacidad visoespacial), Calero y Navarro (2006). Estas capacidades son aquellas “destrezas y procesos de la mente necesarios para realizar una tarea, además son las trabajadoras de la mente y facilitadoras del conocimiento al ser las responsables de adquirirlo y recuperarlo para utilizarlo posteriormente” (Reed, 2007, citado por Ramos, 2010). La potenciación de estas prácticas conlleva al control de los factores de riesgo, así como el desarrollo y mejoramiento de los factores protectores y el autocuidado.
Al igual que las líneas de acción, en las diferentes conferencias se han establecido varias estrategias clave para el desarrollo y cumplimiento de las metas y prioridades propuestas desde este enfoque. La estrategia principal para el abordaje de este estudio se refiere a la educación para la salud. Lo que se busca es informar sobre la salud y la enfermedad, motivar para el cabio en prácticas y hábitos, contribuir en la adquisición de conocimientos y en la capacidad para mantener estos hábitos.
Con la pretensión de estimular a los países a mejorar el bienestar de quienes llegan a la tercera edad, tanto mientras dure la pandemia de COVID-19 como después, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado la década 2021-2030 como la del Envejecimiento Saludable. Dedicarle un decenio a este particular significa entonces contribuir a fomentar y mantener su capacidad funcional y permitirles su bienestar en la vejez.
En Cuba, el Decenio del Envejecimiento Saludable, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), llama al cambio de nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a este tema, además de asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de los de la tercera edad. Igualmente, propone ofrecer una atención integrada y centrada en los individuos, y servicios de salud primarios que respondan a sus necesidades, sin dejar de proporcionarles acceso a la atención a quienes padecen enfermedades crónicas. Lo mejor para nuestros abuelos, ellos nos dieron todo, es nuestro momento de devolverlo con el mismo amor.
Autora: MSc. Nancy Herrera Achòn Lic