Este 7 de diciembre se conmemora el 125 aniversario de la caída en combate de Antonio Maceo. Una de las figuras más gloriosas de las páginas de nuestra historia. Su vida de militar comenzó cuando junto a su padre y varios de sus hermanos, se unieron al alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes como soldados en 1868. Pero su valentía en el combate, sus habilidades estratégicas y su ejemplar disciplina lo llevaron a un rápido ascenso por toda la escala militar hasta llegar al grado de Mayor General.
Guerrero incansable, que participó en más de 600 acciones combativas, entre ellas unas 200 de gran envergadura. A su gran inteligencia y virtudes como estratega militar se le unía su excepcional vigor físico, lo que le permitió resistir y sobrevivir a 26 heridas, sumando las de bala y de arma blanca. Su fortaleza y coraje sin igual le valieron el sobrenombre de «Titán de Bronce».
Durante la Guerra de los Diez Años, el hecho histórico que demostró la intransigencia revolucionaria del entonces Lugarteniente General Antonio fue la Protesta de Baraguá, que se desarrolló el 15 de marzo de 1878. En la misma, no aceptó el fin de la lucha. Cuando otros deponían las armas, él levantó su espíritu y conciencia revolucionaria.
Existen dos figuras trascendentales en la historia de Cuba y Latinoamérica que expresaron con palabras la grandeza de Maceo, una fue Máximo Gómez cuando dijo a María Cabrales ¨Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted al dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y al más bravo de mis amigos y pierde en fin el ejército libertador a la figura más excelsa de la Revolución¨. Otra fue el Apóstol cuando expresó que Maceo tenía “tanta fuerza en la mente como en el brazo”.