Este 30 de noviembre los santiagueros y toda Cuba conmemoran el 65 aniversario del alzamiento armado que tuvo lugar allí en 1956, protagonizado por el Movimiento 26 de julio y dirigido por el joven revolucionario Frank País García en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma.
La conmemoración incluye jornadas de homenajes a combatientes de la memorable hazaña, en la que se intercambia con la dirección del Partido, estudiantes, trabajadores y se visitan obras económicas y sociales, creadas para beneficio de los habitantes de la antigua capital oriental y de los restantes territorios de esta provincia. Además de los asaltos simbólicos tradicionales a las antiguas estaciones de la Policía Nacional y Marítima por alumnos de las enseñanzas primaria y secundaria. Desde bien temprano en la mañana los dirigentes políticos y del gobierno en unión de los combatientes de la lucha clandestina, depositan ofrendas florales ante la tarja fijada en la Loma del Intendente, que rinde honor a Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, caídos en la heroica acción donde por primera vez se vistió el uniforme verde olivo junto con el brazalete rojo y negro identificativo del M-26-7.
La historia recoge que también se combatió ese día en otros lugares del territorio nacional, con levantamientos en Palma, Guantánamo y en Nicaro, donde cae Rafael Orejón. En Puerto Padre, Raúl Castro Mercader, Paco Cabrera y otros tomaron un cuartel de la Guardia Rural, ocuparon las armas y se alzaron. Hubo acciones aisladas en Las Tunas, Baire, Manzanillo, Pinar del Rio, incendios a servicentros en Cienfuegos y Camagüey, ocupación de armas en Santa Clara y sabotajes a vías férreas y telefónicas en varios municipios matanceros.
En La Habana, a pesar de los problemas organizativos y de dirección que imposibilitaron una coordinada respuesta combativa, un comando incendió la fábrica de espejos de Almendares y Lugareño. En Guantánamo, los trabajadores ferroviarios, del comercio y farmacéuticos fueron a la huelga. Los primeros mantuvieron el paro hasta el 6 de diciembre. Luis Lara y otros compañeros estremecieron a Caimanera. En el central azucarero “Ermita” hubo un levantamiento encabezado por Julio Camacho Aguilera; se tomó el cuartel y se capturaron armas. Los revolucionarios incendiaron un puente cerca de Belona, descarrilaron un tren en la vía hacia Manantiales e inutilizaron el pequeño aeropuerto que estaba cerca del ingenio.
Durante varios días mantuvieron en agitación la zona y si no crearon un foco guerrillero por allí, fue por la precisa orientación de Frank País de no mantener ningún tipo de guerrilla hasta que no se haya fortalecido la de Fidel.
De héroes como estos están pobladas las páginas de nuestra historia. Su valor y abnegación nos inspiran y nos mantienen firmes a sus ideales y a nuestra Revolución.