Aún hoy en día cuando caminas por la intersección de las calles Prado, Malecón, Cárcel y Avenida del Puerto, en La Habana, salta a la vista el retazo de una antigua pared, parte de instalaciones, ya demolidas, del aún existente castillo de La Punta. Ocho nombres quedaron inmortalizados en esa pared, en una cinta de bronce, donde se lee: “Inocentes”. Este monumento rinde homenaje a los ocho estudiantes de medicina que fueron fusilados injustamente por el Cuerpo de Voluntarios del Ejército colonialista español en Cuba el 27 de noviembre de 1871, por haber sido acusados de la profanación de la tumba de Gonzalo Castañón, un vocero periodístico de aquella entidad militar.
En el contexto de la guerra por la independencia de Cuba, comenzado en 1868, España había impuesto como método de guerra el terror, y para el año 1871 había alcanzado su punto máximo. Eran solo un grupito de muchachos de primer año de medicina de la Universidad de La Habana. A los que una inocente travesura estudiantil les costó la vida. Este hecho sangriento y abominable, contribuyó a fortalecer el sentimiento independentista de los cubanos.
Esta fecha quedó constituida como día de Duelo Nacional y cada año, la calle San Lázaro se llena de jóvenes universitarios que descienden desde la escalinata y van hasta la explanada de La Punta a rendir homenaje a los 8 estudiantes de medicina fusilados. También se le rinde homenaje en todas las escuelas del país, es el día en que todo un pueblo inmortaliza su recuerdo, de amor a la Patria, a los hermanos cubanos y a su independencia. Como dijera el Apóstol en su poema ¨A mis hermanos muertos el 27 de noviembre de 1871¨:
(…)
No vacile tu mano vengadora;
No te pare el que gime ni el que llora:
¡Mata, déspota, mata!
Para el que muere a tu furor impío,
El cielo se abre, el mundo se dilata.