Homenaje a los cuidadores

En la época que se vive, donde cada vez se tiende más a priorizar el “yo” a toda costa, se hace necesario detenerse a agradecer a unos héroes anónimos que han estado siempre a la orden, como eternos vigilantes en las batallas contra todas las enfermedades, brindando su tiempo, que es el tesoro más valioso que se posee. Ellos son los cuidadores, casi siempre relegados a segundo plano hasta por ellos mismos, en pro de cumplir su tarea de la mejor manera posible. Una persona cuidadora es la que brinda el apoyo requerido a otra que se encuentra en situación de dependencia transitoria o definitiva, en función de satisfacer sus necesidades básicas y mejorar su calidad de vida; existen dos tipos (el profesional y el familiar); el primero se distingue por brindar un servicio remunerado, generalmente se capacita para el cumplimiento de sus funciones y se desempeña en un horario limitado previamente acordado; el segundo mencionado, es ese rol ejercido por un miembro de la familia, amigo o conocido del necesitado, que no recibe pago alguno y no tiene horario definido para la práctica de sus funciones.

Son muchas las tareas que desempeñan, que van desde la administración de los medicamentos indicados hasta el aseo de la persona dependiente, pasando por la limpieza de los sitios donde permanece, la alimentación, el apoyo y conducción de los ejercicios de rehabilitación, cambio de postura periódico, medir la tensión arterial, acompañamiento a los centros de salud. Asimismo se ocupan del apoyo emocional, hecho de excepcional importancia en la recuperación total del paciente. En el actual contexto de Covid 19, donde hay que extremar medidas, también velan por el uso correcto del nasobuco, el lavado frecuente de manos, el distanciamiento físico, por solo mencionar algunas.

Estadísticamente hablando se conoce que es mayor la cantidad de mujeres que desempeñan estas labores, llegando en algunos países a alcanzar el 85%.

Es una tarea de mucho amor, de noches de desvelo, empatadas a días sin poder descansar o tener reducido tiempo para dedicar a un aseo o alimentación personal, pero con el corazón lleno de amor, incapacitado de realizar cualquier acción que pueda perjudicar en lo más mínimo a quien necesita de su cuidado.

Pero en muchas ocasiones los cuidadores ejercen sus acciones por tanto tiempo que tienden a despreocuparse de ellos mismos llegando a ocasionarse daños. Para evitar que tales hechos ocurran y como forma de destacar y retribuir en alguna medida todo el sacrificio realizado, se le dedica desde el año 2014 el día 2 de noviembre. Una sola jornada no basta si se tiene en cuenta todo lo que debe agradecérsele, pero es un comienzo. Por parte de Prosalud un ¡GRACIAS! enorme y una ovación.