Para muchas personas en el mundo, fumar forma parte de su cotidianeidad, de los actos en el día que los hacen sentir bien, o aparentemente bien, sin tener en cuenta los daños que van originando a su salud. Muchos pueden ignorar que el tabaco mata en el mundo a más de ocho millones de personas cada año. No es un detalle menor que siete millones de esas muertes anuales, se deben al consumo directo del tabaco y aproximadamente 1,2 millones a la exposición de los fumadores pasivos al humo de tabaco consumido por los fumadores cercanos.
Estos datos hacen más que necesario visibilizar esta problemática a través de una conmoración global que busca sensibilizar a las personas, fumadoras o no, sobre los daños que puede provocar una adicción como el tabaco, así como crear conciencia a nivel individual y social acerca de los necesarios cambios a estilos de vida saludables, que son posibles en el contexto emergente de la pandemia de Covid- 19.
Es por esto que se conmemora el Día Mundial sin Fumar, o Día Mundial sin Tabaco, que se celebra cada 31 de mayo, como recordatorio de la primera campaña mundial iniciada por la ONU en 1987, para reducir el consumo de tabaco y con ello las muertes ocasionadas por esta adicción.
La relación del tabaco y los productos derivados de este, lo hacen un importante factor de riesgo para contraer enfermedades importantes como la hipertensión arterial, diversos tipos de cáncer y, en espacial, el cáncer de pulmón. También tiene implicaciones importantes en el origen de enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y diabetes, sin contar las afectaciones al estado de salud general que ocasionan sensación de cansancio, dificultades para respirar o realizar esfuerzos físicos mínimos, entre otros múltiples daños considerables a la salud.
Teniendo en cuenta la relación del tabaco con la incidencia de enfermedades como las mencionadas, no sorprende que también sea un importante factor a tener en cuenta para anticipar posibles complicaciones asociadas a la COVID-19. Al ser esta una enfermedad infecciosa con una importante afectación a los pulmones, el consumo de tabaco trae aparejado un deterioro en la función de estos órganos, lo que dificulta la respuesta sistémica del organismo contra el virus.
Por supuesto, la asociación de la infección por COVID-19 con enfermedades no transmisibles , de las cuales el tabaco es un importante factor de riesgo, hacen que personas que las padecen tengan un mayor riesgo para desarrollar síntomas graves en caso de verse afectadas por el virus.
Este factor se convierte en el centro de la invitación que realiza la OMS en este 2021, que contempla al contexto de la pandemia de COVID-19 como una oportunidad para iniciar el proceso de abandono de la adicción al tabaco. El lema” Comprométete a dejarlo” apela al compromiso individual y la responsabilidad de cada ser humano con el cuidado de la salud y la modificación de estilos de vida nocivos que pueden crear riesgos adicionales en caso de enfermar con la COVID-19.
En Cuba existe un compromiso con la generación de entornos más saludables y protectores, que incluyen la prevención y control del tabaco, a través de diversas políticas públicas y la existencia de una red nacional de servicios asistenciales y de promoción y prevención para la salud, que ofrecen alternativas para la deshabituación tabáquica; siempre a partir de la voluntad y compromiso de los fumadores para abandonar el consumo. El proceso de deshabituación, muchas veces es difícil, y pueden existir recaídas, pero contando con el apoyo y los recursos necesarios se puede tener éxito en el empeño de dejar de fumar.