El autocuidado se refiere a las prácticas cotidianas y a las decisiones sobre ellas, que realiza una persona, familia o grupo para cuidar de su salud; estas prácticas son destrezas aprendidas a través de toda la vida, de uso continuo, que se emplean por libre decisión, con el propósito de fortalecer o restablecer la salud y prevenir la enfermedad; ellas responden a la capacidad de supervivencia y a las prácticas habituales de la cultura a la que se pertenece.
Esta es una función inherente al ser humano e indispensable para la vida de todos los seres vivos con quienes interactúa; resulta del crecimiento de la persona en el diario vivir, en cada experiencia como cuidador de sí mismo y de quienes hacen parte de su entorno. Este está determinado por aspectos propios de la persona y aspectos externos que no dependen de ella; estos determinantes se relacionan con los factores protectores para la salud.
La situación actual en la que se vive debido a la pandemia nos lleva a pensar en el autocuidado como un accionar diario del que depende nuestra salud. Si la población no se suma al autocuidado como medida preventiva contra el virus los esfuerzos del estado no serán suficientes para controlar y disminuir el riesgo de personas infectadas en nuestro país.
Medias como quedarse en casa, mantener el distanciamiento físico de metro y medio a dos metros si la salida es indispensable, conocer el uso y manejo adecuado del nasobuco y usarlo de manera correcta, el lavado frecuente de las manos y desinfección de las mismas con alcohol, hipoclorito, u otras sustancias para su limpieza, entre otras medidas de prevención deben ser parte de nuestro diario.
La salud se produce cuando se devuelve a la gente el poder para efectuar las transformaciones necesarias que aseguren un buen vivir y se reduzcan las causas que atentan contra la salud y el bienestar.
Carta de Ottawa, 1986
Factores protectores: Son aquellos aspectos internos o externos a la persona, que posibilitan conservar e incrementar los niveles de salud.