La Organización Mundial de la Salud/Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS) plantea una elevada carga de mortalidad asociada al tabaco en el mundo (12%) y en las Américas (16%). Anualmente mueren alrededor de 7 millones de personas por causa de fumar o exponerse al humo de tabaco, más de 6 millones por el consumo diario y 900 000 por la exposición al humo. Contribuye a estas cifras la existencia de un alto número de fumadores, entre ellos la población joven, que comienzan por la experimentación, luego ocasionalmente hasta hacerlo todos los días, consolidando así su adicción y convirtiéndose en los nuevos fumadores de reemplazo.
Aunque se ha avanzado en la reducción del tabaquismo de manera global en los últimos años según estimaciones de la OMS, las tendencias de las tasas de prevalencia de niños y adolescentes no se manifiesta de forma similar. En la Región de las Américas, Argentina (24,1), Chile (20,3) y México (19,8) son los países de mayor prevalencia.
Cuba aunque reporta cifras de 11,5% según la IV Encuesta Mundial de Tabaquismo en Jóvenes realizada en el año 2018, también muestra otros resultados que señalan hacia donde encaminar las estrategias para disminuir dicha prevalencia. En este estudio se observó que la mitad de los estudiantes entre 13 y 15 años, que son fumadores actuales, desean dejar de hacerlo (51.5%), el 31.1% de los estudiantes viven en hogares dónde otras personas fuman, y el 36.4% de los estudiantes, están expuestos al humo de tabaco ambiental fuera de sus hogares. Además el 68,9% de los fumadores de cigarrillos actuales lo compran en tiendas, kioscos o de proveedores en la calle y el 62,2% de ellos no tuvieron problemas para comprarlo debido a su edad a pesar de existir una regulación de prohibición.
La literatura científica refiere que la influencia del entorno de iguales y la publicidad quizá sean los factores que pueden influir más en la iniciación del consumo, pero también adquiere una especial importancia la imagen modélica de padres y profesores, así como la permisividad social y familiar, y el fácil acceso al tabaco a pesar de la legislación vigente. Por ello, los esfuerzos destinados a prevenir esta adicción, deben concentrarse principalmente en desarrollar medidas para evitar y retrasar la edad de inicio del consumo de tabaco, donde participan la familia, la escuela y la sociedad.
En este sentido, con el propósito de llamar la atención mundial ante este grave problema sanitario se instituyó el Día Mundial Sin Fumar para contribuir a proteger a las generaciones presentes y futuras no solo de las devastadoras consecuencias del tabaco para la salud, sino también de los flagelos sociales, ambientales y económicos que se derivan del consumo de tabaco y de la exposición al humo que desprende.
En particular este año el día mundial se dedica a proteger a las nuevas generaciones de jóvenes del consumo de tabaco, lo cual justamente se asocia además con la pandemia COVID 19 que actualmente azota al mundo, donde el tabaquismo es un factor de riesgo para desarrollar formas graves de la enfermedad, debido a la disminución de la inmunidad y la afectación crónica que produce el tabaco en los pulmones de los fumadores.
A pesar que la mayoría de los jóvenes no consideran las consecuencias asociadas al tabaquismo cuando comienzan a fumar, evitar el inicio al consumo ofreciendo información sobre los daños y consecuencias de este a corto y largo plazo, refutar falsas creencias sobre los productos de tabaco y reducir la accesibilidad a ellos, son algunas de las muchas acciones que todos podemos hacer para que nuestra próxima generación esté libre de tabaco.