Regresando sobre el vínculo estado nutricional-resultados quirúrgicos: la visión de un pediatra

Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 23 Mayo 2004

En ocasiones anteriores hemos examinado en qué medida el estado nutricional del paciente es determinante en el aseguramiento del éxito de la intervención médico-quirúrgica. En fecha tan lejana como el año de 1936 Studley encontró tasas incrementadas de morbimortalidad posquirúrgicas cuando la pérdida preoperatoria de peso era mayor del 20% [1]. Un cirujano nos ofreció sus consideraciones sobre qué papel debe ocupar la Intervención Nutricional Perioperatoria en el contexto de la actividad quirúrgica [2]. Otro cirujano especializado en pacientes quirúrgicos críticos también reflexionó sobre los problemas de la intervención nutricional en situaciones extremas [3]. Tuvimos, además, la opinión de una Licenciada en Enfermería sobre los problemas que todavía rodean el aseguramiento antropométrico del pacientes hospitalizado [4]. El tema será siempre recurrente, porque ciertamente la actividad quirúrgica pone a prueba la habilidad técnica, el arte de la paciencia y la interpretación, y los conocimientos adquiridos por los equipos básicos de trabajo, empeñados en asegurar su feliz culminación.

En esta Edición les propongo las elaboraciones de un pediatra para muchos de nosotros respetado y querido. El Dr. Mario Callejo Hernández ha sido (junto con otros pioneros) una figura clave en la introducción de la Nutrición Artificial en nuestro país, precisamente en el ámbito pediátrico. Su experiencia y dominio de los temas del Apoyo nutricional en la Cirugía Pediátrica y los Cuidados Intensivos los conjuga con un permanente magisterio, del que todos nos hemos beneficiado.

Las ideas elaboradas por el Dr. Callejo Hernández en el Editorial Invitado de esta ocasión tienen como pretexto los resultados de un estudio realizado por la Dra. Ana Luisa Hernández, cirujana del Hospital Pediátrico “William Soler” sobre el estado nutricional preoperatorio de niños en espera de Cirugía electiva para la solución de distintas enfermedades gastrointestinales [5]. Según la autora, el 75 % de los pacientes mostró cifras de albúmina plasmática por debajo de 35 g/L (valor de corte empleado habitualmente para establecer la hipoalbuminemia), a pesar de la aparente preservación de los indicadores antropométricos y la ausencia de signos de depleción proteica grave [5]. La autora concluyó juiciosamente que la importancia de la hipoalbuminemia preoperatoria en la evolución posoperatoria del niño intervenido quirúrgicamente no puede ser descartada [5].

Debo confesar que me impresionó gratamente ver cómo el pensamiento bioquímico ha sido utilizado tan elegantemente por médicos cirujanos e intensivistas cuando se trata de elaborar juicios diagnósticos, y es por ello que les propongo el estudio de la Dra. Rodríguez Fernández y el Editorial del Dr. Callejo Hernández. Este último va más lejos al insistir en que los equipos básicos de Cirugía Pediátrica incorporen en su actividad la evaluación bioquímica preoperatoria del estado nutricional del niño con marcadores analíticos accesibles para todos, de fácil interpretación, y de probada utilidad.

 

Espero que les sea útil.

Con mis mejores afectos,

Dr. Sergio Santana Porbén.
El Editor.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] Martín Peña G. Comentario al artículo: Studley HO. Percentage of weight loss. A basic indicator of surgical risk in patients with chronic pectic ulcer. JAMA 1936;106(6):458-60. Aparecido en: Nutrición Hospitalaria [España] 2001;16(4):140-3.
[2] Dr. Santos Golvi Legrá. La intervención nutricional perioperatoria: ¿un problema aún sin resolver?
[3] Calas A. Los desafíos y los compromisos del Apoyo nutricional en las Peritonitis Terciarias [Editorial].
[4] Lic. Alicia Espinosa Borrás. La Enfermera en el Aseguramiento Antropométrico del paciente hospitalizado
[5] Rodríguez Fernández AL, Barreto Penié J, Santana Porbén S, Llanes Céspedes R. Evaluación nutricional prequirúrgica de niños atendidos en el Hospital Pediátrico Universitario “William Soler”. Rev Cubana Pediatr 2003;75(3):130-9.