¿La calidad del contenido, o la calidad del contenedor?

Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 21 de Agosto del 2013

 

He estado durante algún tiempo (bastante largo, por cierto) meditando sobre la necesidad de escribir este Editorial. En el estado actual de las cosas, muchos dirían que el mismo es totalmente intrascendente e irrelevante, y que no haría nada por cambiar el modo en que las cosas funcionan corrientemente. Pero la constatación de una serie de eventos concatenados, cual de ellos más irracional, me ha obligado a postergar otros compromisos inmediatos, y expresar por este medio mis percepciones sobre el tan llevado y traído sello CITMA.

Afrontémoslo: la producción literaria científica de Cuba deja mucho que desear, al menos, en el sector de la salud. Ello ha sido reconocido una y otra vez en numerosas oportunidades y lugares, por actores que observan la incongruencia entre el énfasis que se hace en las carreras de Ciencias Médicas por la inculturación del método científico y elementos de la metodología de la investigación, y los magros resultados editoriales, que no pasan de estudios meramente descriptivos, de naturaleza retrospectiva, o, cuando se propone algo más elevado, versiones narrativas que glosan resultados observados en otras latitudes (en esencia, los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea), sin apenas criticar los argumentos de los centros emisores.

Hay que reconocer que se han propuesto numerosas soluciones, y sin adentrarnos en cuestionarnos sus bondades e insuficiencias, hay que admitir que deben pasar varios años (incluso generaciones enteras) antes de observar el tan necesario salto de calidad. Y es aquí donde entra el sello CITMA.

En su momento, el Comité de Ciencia, Tecnología y Medio ambiente propuso (y logró que se aprobara e implementara) un sello que distinguiera a las revistas biomédicas (no sé si se entrega este sello a otras revistas fuera de nuestro sector) que cumplieran ciertos requisitos sobre la pertinencia y la calidad de los contenidos colocados dentro de ellas. El sello CITMA también sería una protección contra la obsolencia del contenedor para de esta manera asegurar la continuidad del proyecto literario. En otro aspecto no menos importante, el sello CITMA también serviría para avalar la producción literaria científica del investigador ante terceras partes.

Podría parecer la tan deseada (y buscada panacea), pero siempre olvidamos que una tecnología (y eso es lo que en definitiva es este sello) rinda los beneficios implícitos, se requiere de un entorno favorable para acogerla, una cultura para asimilarla, y conocimientos para explotarla hasta sus límites.

Y es aquí el meollo de la cuestión, y por extensión, de este Editorial. Percibo, no ya con preocupación, sino con horror, que el otorgamiento del sello CITMA ha degenerado en una práctica tribalista que encierra un fuerte tufo discriminatorio. Esta práctica incluso se ha convertido en norma con recientes resoluciones de la Rectoría de la Escuela de Medicina sobre los requisitos que debe llenar un profesional de salud que aspira a promover en su carrera y trayectoria, y que reza (casi textualmente) que los trabajos de los autores cubanos solo serán considerados si están contenidos en revistas que porten el sello CITMA, sin que se consideren las necesarias exenciones debido a las asimetrías que asoman por doquier en la conducción del proceso de la investigación en Cuba. Pero todo esto que he apuntado sería el menor de los males si no digo que el proceso de otorgamiento del sello CITMA se ha convertido en la clásica curita (o el tan socorrido “quick-fix” de los norteamericanos) con la que se pretende curar el sistema editorial presente.

La RCAN Revista Cubana de Alimentación y Nutrición siempre tuvo un lugar distinguido entre las publicaciones del sistema editorial cubano de la era pre-CITMA, y los autores cubanos y latinoamericanos colocaban en ella sus manuscritos sin detenerse a averiguar si un agente externo había validado la revista. Solo interesaba la calidad del Comité Editorial, la profesionalidad y prestigio del Editor, y la relevancia de los artículos en ella contenidos.

Desde la reapertura de la Revista en el año 2007, y en mi posición como Editor de la misma, me he preocupado constantemente de observar y mantener (no ya superar, porque el para mí entrañable John Gay es único e irrepetible en el género humano) los estándares de calidad que siempre distinguieron a este foro de nuestra comunidad local y regional de nutricionistas.

Es solo entonces preocupante (por no herir susceptibilidades con otras palabras más contundentes) que agencias y actores externos discriminen los trabajos contenidos en la Revista Cubana de Alimentación y Nutrición solo porque ésta no exhiba el sello CITMA, sin detenerse a examinar la calidad científica del producto literario. Le corresponde a un tribunal de iguales dictaminar sobre la calidad científica de la producción literaria del profesional, sin que medie otra consideración en ese acto. Completado este paso, pudiera asignársele un plus al expediente del profesional si el contenido examinado se encuentra en un contenedor avalado con el llevado y traído sello. Pero rechazar de antemano un trabajo científico solo porque falta el sello CITMA en la carátula de la revista que lo contiene es una práctica discriminatoria, cuando no evasiva y facilista.

Pero la inercia de la praxis es demasiado avasalladora para oponérsele, no importa la voluntad de unos pocos que miran más allá de una imagen gráfica, y ahora mismo vemos a las revistas biomédicas cubanas que han sido agraciadas con el sello CITMA inundadas de estudios descriptivos, retrospectivos, y malas traducciones de artículos escritos en otras latitudes.

La elevación de la calidad editorial de las revistas biomédicas cubanas requiere en este momento, más que nunca, del esfuerzo concertado de todos, en particular, de los autores, quienes deben practicar ante todo la honestidad y la integridad científicas, y en consecuencia, remitir a la revista los trabajos de la mayor calidad posible. Por su parte, los comités editoriales tienen ante sí la inmensa responsabilidad de salvaguardar el prestigio de las revistas que conducen, en un contexto marcado por el facilismo y el paternalismo, sin dejar a un lado el fraude y el plagio. Solo entonces el sello CITMA cumplirá el rol para el cual fue propuesto.

Espero que les sea útil.

Con mis mejores afectos,

Dr. Sergio Santana Porbén.
El Editor.