Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 27 Febrero 2023
Ha concluido el año 2022. Ha sido un año marcado por eventos cataclísmicos y vivencias límites. Hemos sufrido todos momentos angustiosos. Hemos visto cuánto odio y resentimiento puede caber en el cuerpo, el corazón y la mente de una persona. Pero no cabe ahora extendernos en el porqué de las cosas. Serían discusiones estériles[1]. En este ejercicio crítico, a la vez que recuento (y que ha demorado más tiempo del que yo hubiera deseado), corresponde apurar lecciones, mientras nos elevamos sobre las muchas dificultades para proseguir con nuestras vidas, proyectos y sueños.
Tal vez la lección más inmediata del año 2022 sería que se han quebrado formas envejecidas de asumir retos y obstáculos. De hecho, no debería asombrarnos que cada 30 años en su Historia reciente Cuba se vea colocada ante el abismo. Somos herederos, depositarios y a la vez constructores de un legado que arraiga en lo más profundo de nuestra identidad como Nación, y hemos sido testigos de cuán fácilmente puede desaparecer (o sino, enrarecerse o postergarse) si no lo defendemos día a día desde nuestras posiciones y actuaciones.
Nuestro sentido de la vida y nuestro compromiso es (sigue siendo) asegurarle a nuestros enfermos el mejor cuidado nutricional posible, aún en las circunstancias más difíciles, y para ello debemos apelar a cualquier estrategia que satisfaga este propósito. Lo demás es vanidad. De lo anterior se derivarían otras misiones igualmente importantes, como lo son la investigación científica, la innovación tecnológica, y la actividad literaria, todas orientadas a demostrar la efectividad de nuestras intervenciones, a la vez que engrosar el legado de la (nuestra y única) Escuela Cubana de Nutrición.
Me detengo en la educación continuada y la formación de recursos. La asimilación e inculturación de nuestras experiencias en las sucesivas generaciones de nutricionistas solo son posibles mediante la formación de nuestros alumnos en el trabajo y bajo nuestra mentoría y guía, oportunidad que nos permite, además, la transmisión de los valores y principios que profesamos, algo que hoy es no solo puesto en duda, sino también atacado y denostado (me pregunto: y si renunciamos a nuestros valores y principios, ¿cuáles abrazaremos en su lugar?). Solo de esta manera garantizaremos la pervivencia de nuestros esfuerzos, y de nuestro legado.
Lo anteriormente dicho puede parecer distante, extemporáneo, incluso demodé. Solo señalo a aquellos que todavía pecan de inocentes (a pesar de canas y arrugas) que estamos viviendo una nueva ofensiva globalista y colonizadora que se ha propuesto vaciarnos de nuestra Historia, de nuestras tradiciones, de nuestra cultura, de nuestra identidad (de nuestra vidas, en fin), para que mansamente adoptemos otras visiones que nos vendrían (forzosamente) de afuera, que por ello siempre nos han sido ajenas, pero que ahora nos lucirían mágicas y glamorosas. Todo apuesta a nuestra desmovilización: condición necesaria para la sujeción social.
En los momentos que se nos antojan oscuros, debemos volver a nuestra Historia. Siempre es impresionante cómo un país tan pequeño ha tenido que labrar una Historia de gigantes. Otros, antes que nosotros, hicieron opciones por su País, que es lo único que permanece. No tenemos madera ni carne de héroes ni mártires, mucho menos de líderes, pero ante las coyunturas y las circunstancias debemos seguir hacia delante, sin que nos arredren las vallas que se interpongan. No queda otra. Los juicios tocarán después.
Dos años se encuentran nuevamente, se reúnen por breve tiempo y se despiden para siempre. En esta singular ocasión, renovemos nuestros votos por nuestros pacientes, por nuestros alumnos, por nuestro País. No esperemos otra recompensa por ello que la satisfacción del deber cumplido.
NOTAS AL PIE DE PÁGINA
[1] “Buena Fe” canta: “La culpa, la maldita culpa, no la tiene nadie”. Pero otros cantautores podrían igualmente decir: “La culpa la tenemos todos”.
CON NUESTROS DESEOS PARA TODOS DE UNA FELIZ NAVIDAD Y UN MEJOR AÑO NUEVO 2023