Dos guerrilleras del tiempo: Lidia Doce y Clodomira Acosta

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Aniversario 61 del asesinato de Lidia Doce y Clodomira Acosta

Aniversario 61 del asesinato de Lidia Doce y Clodomira Acosta, Foto Internet

Por Ing. Yunier Lugo

Dos mujeres que sentaron las pautas en la historia de la Revolución Cubana, su quehacer en la lucha revolucionaria la acredita como heroínas de esta isla. Lidia Doce y Clodomira Acosta nos legaron su impronta revolucionaria, su dedicación a la Patria.

Hoy se cumplen 61 años del asesinato cruel de la tiranía batistiana a las mensajeras del Ejército Rebelde. Su trabajo sobresalía por la eficiencia y dedicación con que se desempeñaban.

Al referirse el Comandante en Jefe Fidel Castro de estas valerosas mujeres expreso:

“Mujeres heroicas. Clodomira era una joven humilde, de una inteligencia y una valentía a toda prueba, junto con Lidia torturada y asesinada, pero sin que revelaran un solo secreto ni dijeran una sola palabra al enemigo”.

Su intransigencia revolucionaria jamás será olvidada, su ejemplo de valentía y coraje son un baluarte para la mujer cubana.

Clodomira Acosta Ferrales luchadora ferviente contra la dictadura de Fulgencio Batista. Pertenecía al Movimiento 26 de Julio, ya formando parte del Ejército Rebelde es designada mensajera en la Columna No.1 del I Frente.

Sobre Clodomira Fidel señaló:

“una inteligencia natural grande” y “una valentía a toda prueba”.

Lidia Esther Doce Sánchez, mensajera de la Sierra Maestra. Al producirse el desambarco del Yate Granma se une al Ejército Rebelde siguiendo así los pasos de su hijo. Cumplió con valor y audacia diversas misiones encomendadas por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.

El Guerrillero Heroico sobre Lidia Doce expresó:

“Conocí a Lidia apenas a unos seis meses de iniciada la gesta revolucionaria. Estaba recién estrenado como comandante de la cuarta columna y bajábamos, en una incursión relámpago, a buscar víveres al pueblecito de San Pablo de Yao, cerca de Bayamo en las estribaciones de la Sierra Maestra. Una de las primeras casas de la población pertenecía a una familia de panaderos. Lidia, mujer de unos cuarenta y cinco años, era uno de los dueños de la panadería. Desde el primer momento ella, cuyo único hijo había pertenecido a nuestra columna, se unió entusiastamente y con una devoción ejemplar a los trabajos de La Revolución”.

Su entrega, altruismo y ejemplo fueron, son y serán parte de las nuevas generaciones.

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